¿Quiénes son los enemigos?
Yusmila Reyna Ferrera, periodista independiente
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Yusmila Reyna Ferrera |
La construcción de enemigos viene de diversos
ángulos, ya sea en el plano social o personal. Es típico, por ejemplo en las
personas con alguna discapacidad, con dificultades o limitaciones de
comunicación, complejo de inferioridad o
sencillamente personas catalogadas de malas. A nivel de sociedad este hecho es
común en regímenes comunistas, evidencia
de una psicología guerrerista, insuficiencias en la política exterior y en la
comunicación.
Estas actitudes todas de forma intencional, para
que todas, valga la redundancia, las dificultades de su gestión de gobierno
recaigan en ese supuesto enemigo, además de exacerbar el odio del pueblo hacia
éste, al mismo tiempo que la devoción por la figura “salvadora” de ese enemigo,
que por supuesto va a ser el dictador.
Por otra parte, ver enemigos por todos lados es
propio también de estos gobiernos, no solo le basta con inventarse uno en el
exterior sino que todo aquel que se le oponga a sus políticas o tenga
sencillamente una “conducta sospechosa”, desde la óptica paranoica del miedo a
perder el poder, también lo es.
En Cuba con un gobierno de esta catadura se sabe
quiénes son sus enemigos construidos: Estados Unidos y la Oposición interna y
externa, por ello hacer una tesis al respecto no es la intención, ni tampoco
analizar casos aislados de personas con trastornos de la personalidad que se
inventan igualmente sus contrarios.
Sino respecto a aquellos que actúan de mala
voluntad y se muestran contrarios, diferentes a otros, afectando por lo general
a terceros y no al objeto de su diferencia o disputa. Y es que los enemigos,
como casi todo en la vida pueden hacernos bien o mal, depende de quién o
quiénes sean, así como quiénes lo creen.
Entonces, ¿Son enemigos? Los que actúan con el
virus del conformismo y la inercia, ante la destrucción de cada ápice de
libertad y prosperidad en el país.
Los que parasitan en espera de que otros hagan y
den mayores energías a la lucha pacífica para decirse protagonistas.
Los nematodos o gusanos cilíndricos que socavan las
organizaciones desde la raíz, es decir en su base o liderazgo, insistiendo en
desvirtuar objetivos y dando enfoques de autoritarismo y autocracia a la
dirección.
Los que actúan como hongos destructivos impregnando
el pesimismo y el desaliento entre las filas opositoras con la frase de que “no
se puede” y de que “la oposición cubana no es factor de cambio”.
Los que proceden como condiciones ambientales
adversas poniéndole freno a toda iniciativa, insistiendo en que no hay con qué
hacer el activismo social y que no tienen poder frente al poder tiránico,
pensando además que son pocos para conseguir grandes resultados.
¿Son enemigos? Los que esperan pasivamente que
caiga el fruto del árbol para comérselo o coger su tajada sin hacer nada para
ir a buscarla o esperar que le digan lo que tiene que hacer para ello.
Si todos estos comportamientos y acciones hacen de
opuestos para la aceleración de la lucha no violenta en Cuba y del alcance de
sus objetivos, entonces pudieran considerarse Enemigos, no de una persona específica,
de una organización sino del país, de su pueblo.
Esos que desean o hacen el mal con sus actitudes
son el resultado de la ausencia de una formación no solo responsable sino de
autosuficiencia e independencia para obtener éxitos y agenciarse proyectos
duraderos y convincentes.
Buscar el antídoto ante tales enemigos es vital
para comenzar a dar saltos importantes en la transformación de la sociedad
cubana, saneando la contaminación, oxigenando las organizaciones civilistas,
que no significa expulsar sino exorcizando, capacitando, entrenando, reeducando
a cada uno de sus miembros viciados por la envidia, el egoísmo, la enemistad
que ha engendrado el sistema de gobierno en que vivimos.
Por suerte, mientras lo anterior se alcanza todos
aquellos que actúan de mala voluntad en relación a los que luchan por la
libertad sistemáticamente y de forma sincera, se estrellan, se despedazan en sí
mismos, pues sus acciones producen el efecto contrario: en vez de anular,
desprestigiar ante el pueblo cubano, la opinión pública y
amigos internacionales, realzan su prestigio y trabajo.
Enviado desde Cuba por la UNPACU para Ya Cuba Twittea
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