Foto: PolskieRadio.pl |
En las fotos adjuntas se registra un momento histórico: Yoani Sánchez se encuentra con Lech Walesa en Polonia, en Varsovia, la última etapa de su vuelta al mundo en 80 días. Ahora puedo revelar una impresión que he tenido durante los tres días que he pasado junto a Yoani en Italia. Lo escribo porque no me puedo aguantar más. Yoani Sánchez no sacó una impresión positiva de su visita a Italia. En todas partes del mundo fue recibida por personalidades internacionales, por ministros, por parlamentarios en sesiones conjuntas, por políticos eminentes. En Italia fue recibida por veinte imbéciles con banderas rojas durante el Festival de Periodismo de Perugia, manifestación en sí contradictoria, ya que el año pasado habían invitado a Gianni Minà y este año a un tal Carotenuto.
Solo faltaba que invitaran a Salim Lamrani para completar el cuadro. Recuerdo que el año pasado me invitaron a hablar, junto con Amnistía Internacional. Rechacé la invitación, desdeñosamente, cuando supe que Gianni Minà estaba invitado. Aparte de esto, después del indigno alboroto de Perugia, nuestros políticos no hicieron como en Brasil, no huyeron a refugios seguros, invitando a la huésped internacional para excusarse. Nada de eso. La controversia solo produjo curiosidad y una avalancha de ridículos periodistas deseosos de hacer entrevistas que ciñeron a Yoani a repetir cientos de veces la misma cosa. En Torino sí hubo un recibimiento privado por parte de Piero Fassino, pero de carácter informal, para acogerla como huésped de la ciudad, en calidad de periodista de La Stampa de visita.
Nada más. En compensación, por la tarde, en el Círculo de Lectores, no faltaron los idiotas a sueldo de la embajada cubana que gritaban: gusana, mercenaria, traidora... En fin Monza: la tristeza de un teatro inmenso con cuatro gatos en el público y muchos comunistas en la puerta con banderas rojas a la vista y varios reventadores en la sala apoyando al gobierno. ¿Y los periodistas lombardos? Mejor correr un tupido velo. Yoani se fue de Italia con una pésima opinión de nuestro país. ¿Podemos culparla? Sinceramente, no podemos.
Gordiano Lupi
Traducido del italiano por Gilda Calleja