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El escritor Angel Santiesteban deberá presentarse este jueves para cumplir una sanción de cinco años de cárcel. |
Por Wilfredo Cancio Isla
Esta mañana del jueves 28 de febrero de 2013, un escritor de 46 años,
considerado como uno de los pilares de la narrativa de su generación y
avalado por los máximos galardones literario de su país, irá a la
cárcel.
Angel Santiesteban Prats debe presentarse a las 9 a.m. en el Tribunal
Provincial de La Habana, adonde fue citado para comenzar a cumplir una
condena de cinco años, dictada el pasado octubre luego de un tortuoso
proceso judicial. La causa se extendió por tres años y al final
Santiesteban fue condenado bajo cargos de “violación de domicilio y
lesiones” contra su ex esposa.
El proceso estuvo sometido a irregularidades que el escritor denunció
desde un comienzo como parte de una maniobra gubernamental para acallar
sus posturas disidentes. Su caso ha cobrado atención internacional,
mientras dentro de Cuba el movimiento disidente y colegas que lo
aprecian le han mostrado su total solidaridad.
Pero el gobierno ha hecho caso omiso de los reclamos y tras concluir
el pasado domingo la XXII Feria Internacional del Libro de La Habana
-casi que un cálculo manifiesto- se apuró su encarcelamiento. El lunes,
Santiesteban recibió la citación de manos de un vecino, adonde la habían
dejado las autoridades dos días atrás. Cosas de idiosincrasia policial
criolla que siguen sin cambiar.
Anoche, el escritor fue despedido por amigos y partidarios durante un
encuentro en el proyecto Estado de STATS, que dirige Antonio Rodiles.
La lectura se tituló “Zona de silencio” y Santiesteban compartió sus
mejores relatos con el público solidario que allí se congregó.
El hombre que va a la cárcel es uno de los autores cubanos más
consistentes de las últimas dos décadas dentro de la producción
literaria de la isla. En 1995 fue Premio Nacional de la Unión de
Escritores por su libro de relatos
Sueño de un día de verano. En el 2001 se llevó el Premio de Narrativa Alejo Carpentier por
Los hijos que nadie quiso. Cinco años después coronó su obra con un Premio Casa de las Américas con el volumen
Dichosos los que lloran.
Como escribió Julio Cortázar a Carpentier en una carta de 1971, a
raíz del arresto del poeta Heberto Padilla, "toda prisión de un escritor
es un hecho penoso e inquietante". Para hacerlo aún más notoriamente
desastroso, Santiesteban iría a la cárcel al cumplirse el quinto
aniversario de que el gobierno de Raúl Castro firmara los pactos de
derechos humanos, civiles y políticos, económicos, sociales y culturales
de Naciones Unidas, en febrero del 2008.
Conversé telefónicamente con Santiesteban en vísperas de su eventual
cautiverio. Los dejo entonces con su palabra, su firmeza y su fe.
Extrañas preguntas
Me enteré este lunes que habían dejado la citación en casa de un
vecino, el fin de semana, muy raro todo porque en mi casa hubo gente
siempre. Este jueves a las 9 de la mañana debo estar en el Tribunal
Provincial de La Habana, al lado del Capitolio. De allí me llevarán a la
prisión que ellos determinen. Son tan torpes que ni se acordaron que
ese es el día del aniversario de los Pactos de Naciones Unidas firmados
por Cuba en el 2008.
Yo creo que es una decisión definitiva para encarcelarme. Sé de un
escritor, que tenía mucha confianza con mi hijo -fue mi maestro, pero
prefiero no decir su nombre- y le preguntó en varias ocasiones si no me
había llegado la citación, y a mí me extrañó por qué con tanta seguridad
sabía él que iban a enviármela. En un momento pensé que no me iban a
citar, pero este escritor le preguntaba insistentemente: ¿Ya le llegó la
citación a tu papá? Es decir, estaban seguros de que me iban a citar.
No sé hasta dónde pueden llevar el juego, pero no me parece que sea
ahora una amenaza ni una presión.
El silencio de Miguel Barnet
Miguel Barnet, que preside la Unión de Escritores y Artistas de Cuba
(UNEAC), es también desde el domingo uno de los 31 miembros del Consejo
de Estado. Me han preguntado si puede ayudar desde su posición a
reevaluar mi caso y yo pensaría que sí, pero ya tiempo ha tenido y no ha
hecho nada hasta hoy. El envió al juicio a la representante jurídica de
la UNEAC y ella le explicó bien de que allí no había nada en contra
mía. El sabe que es una injusticia, lo que no sé hasta dónde le pueda
llegar el valor y la posibilidad de que lo dejen actuar. Hay una presión
muy fuerte y él lo sabe. De todas maneras, el balde de excremento se lo
echan encima él, Abel Prieto y la UNEAC. Yo no, yo pasaré a una etapa
de honor, de verdad es un honor ir preso por la dictadura. Para ellos
será un bochorno que sabiendo que no hay una sola prueba contra mí y
habiendo demostrado en el juicio que soy inocente, me lleven tras las
rejas.
Han tenido que mentir para condenarme. No han tenido ni la decencia
de reconocer que se han equivocado. No quiero que nadie me defienda,
solo estoy pidiendo un juicio justo. Con eso me basta. Y que cuando se
haga haya observadores internacionales. No pueden seguir jugando de esa
manera con los seres humanos.
Una despedida fraternal
Estaré puntual este jueves en el tribunal. Va a ser una mañana
caliente, porque la oposición en pleno quiere hacer acto de presencia
allí. Va a ser una despedida fraternal para decirle de alguna manera que
no estoy solo.
Estoy bien de ánimo, tengo hoy aquí junto a mí a José Daniel Ferrer,
que es una cátedra en todo esto del sufrimiento cubano. El tiene una
manera muy valiente de asumirlo. Hemos conversado bastante y me ha
transmitido toda esa valentía. Intentaré hacerlo con la mayor dignidad
posible.
Estoy tranquilo. Voy a pasar a otra fase de lucha; estaré en sus
manos directamente, pero sé que les voy a causar más problemas de lo
que ellos se imaginan. Todo el mundo se hace la misma pregunta: ¿por qué
encarcelar ahora un escritor, en momentos en que el gobierno trata de
dar una imagen de cambios y aperturas ante el mundo? Mi única esperanza
es que al última hora salga un Superman que diga,
No, esto hay que detenerlo.
Pero yo ni pienso en eso, porque sería un desgaste que me llevaría a
perder ese tiempo que debo dedicar a otras cosas importantes.
No es solo alarmante porque lleven a prisión a un escritor que ha
ganado los máximos premios y galardones literarios que da este propio
gobierno, sino que es burdo el proceso, demasiado burdo, demasiado mal
hecho. Esto no se puede sostener jurídicamente. Si yo no tuviera formas
de demostrar que soy inocente, pues entonces tendría que callarme la
boca. Pero es que no tienen ni una prueba, ni un pelo de mí. Solo una
perito teniente coronel que dice que por el tamaño y la inclinación de
la letra escrita sobre un papel yo soy culpable. Otra siquiatra que dice
que porque mi hijo nació con un síndrome, yo soy el culpable de ese
síndrome. Llegan incluso a confundirse en el acápite por el que tenían
que sancionarme de acuerdo a los cargos impuestos. Incluso escogen un
acápite que era ajeno a lo que yo había hecho y que comprendía menos
años de cárcel. Eso es suficiente en cualquier lugar del mundo para
anular el juicio, menos en Cuba.
Farsa de grosera fabricación
En el video que logramos tomarle al testigo Alexis Quintana Kindelán y
que circula en la internet, él mismo confiesa que mi ex esposa le dijo
lo que hacía falta que declarara, sabiendo que era falso, y este testigo
llega a reconocer que ella tiene una relación íntima con el policía que
luego es utilizado para acusarme. ¡Y ese era el testigo de la fiscalía,
no era el mío! ¡Esa era la persona que iba a ser usada para decir que
me vio entrando a la casa! Entonces cuando el testigo de ellos pasó a
ser provechoso para mí, lo quitaron del proceso. Era el único testigo
que ellos tenían.
Es tan grosero lo que han hecho que no puede explicarse. Se supone
que yo entré a la casa de mi ex esposa, la golpeo, la violo, robo,
intento asesinarla, todo en cadena de acontecimientos, cosas que se
fueron agregando durante un mes. ¿Cómo van entonces a quitarse los
delitos mayores y dejar los delitos ínfimos, si todo habría estado
encadenado? Si la secuencia es continua, ¿cómo se puede cometer un
delito y los otros no? Es una falta de respeto, porque mi hijo dice que
yo no estaba en la casa, y hay testigos de que yo estaba en otra parte.
Las autoridades dijeron que había una contradicción entre el menor y mis
testigos, pero realmente no hay ninguna contradicción, todo lo
contrario. Así se ha armado esta farsa, que es judicialmente
insostenible.
Intelectuales aterrados
Si lo que quieren es que sufra un poco, pues estoy dispuesto a sufrir
con el mayor orgullo, porque no me voy a amilanar. Lo que si quiero que
quede claro ante el mundo es que a mí no se me demostró culpabilidad
alguna. Es difícil de creer que una persona que no había tenido jamás un
problema, un mes después de abrir un blog
-Los hijos que nadie quiso-
con críticas a la situación de derechos humanos, se convierta en un
delincuente sanguinario, en el peor delincuente de este país.
Los intelectuales cubanos se ocultan, porque aceptar que hay un
problema conmigo, supone que tengan que tomar una posición. Si ha habido
una injusticia, deben decirlo. Pero mientras tengan esa tibieza de
duda y cautela para no pronunciarse, amparándose en que hay que escuchar
las dos versiones, no hay nada que esperar de ellos. Dentro de esos
intelectuales hay quienes fueron pisoteados y humillados en una época
no tan lejana por ser homosexuales o por hacer una literatura que no
satisfacía la imagen edulcorada de la revolución que el régimen quería
dar, y no fueron capaces levantar la voz para defenderse ellos mismos y
defender a sus compañeros de generación por la injusticia cometida. Los
aplastaron y esperaron en silencio y con paciencia que el gobierno
necesitara de ellos para perdonarlos y los trajera de vuelta a la vida
pública. ¿Voy a tener yo la esperanza de que van a defenderme? En todo
caso, si se decidieran a abogar por mí, es porque van a defenderse como
institución y como país, porque la vergüenza no es para mí, es para
ellos.
Desde el punto más oscuro
Esto es como la espera de lo inconcebible. Estamos en un Estado sin
derecho y desde un principio sabíamos que las arbitrariedades podían
afectarme, aunque quizás no pensé que llegaran tan lejos. Solo resta la
presión internacional y que sepan que no pueden determinar a voluntad
sobre la vida de un opositor porque piense diferente. Soy un intelectual
cubano que piensa por sí mismo y tiene la necesidad de expresar ese
pensamiento, que por lo general los intelectuales cubanos callan por
miedo. Yo he logrado quitarme ese miedo.
No me callaré lo que pienso tampoco ahora. Desde mis nuevas
circunstancias voy a continuar luchando para emitir mi opinión. Desde el
punto más oscuro donde puedan llevarme, voy a estar en rebeldía y
defendiendo la libertad y la democracia en mi país.
Publicado por
Café Fuerte