“Examinando los esfuerzos de ‘creación cultural’ en el mundo, vemos temas que los regímenes occidentales, especialmente Estados Unidos y Gran Bretaña, sostenidos por fondos judíos, intentan constante e insistentemente promover y difundir entre sus pueblos, así como los de otras naciones: uno de los temas que más intensamente intentan promover es la homosexualidad. Aunque aceptemos que el apoyo y solidaridad que estos regímenes brindan a los homosexuales (como individuos con problemas de orientación sexual, que perdieron su equilibrio y necesitan ayuda y terapia) desde el punto de vista de los derechos humanos, no encontramos correlación entre el bajo número de personas homosexuales y la enorme promoción e incesante apoyo financiero, político y social que reciben. (…) Es obvio que la política cultural occidental busca levantar la escandalosa bandera de la homosexualidad en el mundo, pero, ¿por qué lo hace? ¿Por qué occidente intenta propagar este fenómeno inhumano? ¿Qué beneficio esperan obtener intentando normalizar este fenómeno contra-natura, al convencer a la gente que es perfectamente natural? Si es una cuestión relacionada con los derechos humanos, ¿por qué no intentan ayudar y tratar a estos individuos desviados, que necesitan ayuda y apoyo para evitar hundirse aún más en los pantanos de la inmoralidad y el comportamiento anti-familia? Al contrario, lo fomentan, lo promueven, los apoyan e intentan que sean aceptados por las sociedades, lanzando a estos enfermos a las entrañas de la inmoralidad. No se equivoquen. Apoyar la homosexualidad ha cruzado las fronteras de las tendencias políticas tradicionales y se ha transformado en una política de alcance estratégico por parte de los regímenes occidentales”.
No, no es un monólogo de Micky Vainilla.
Es el primer párrafo de un artículo editorial publicado por Mashregh News, un diario iraní bajo control estatal que se publica en la ciudad de Qom, ubicada a 156 km. al sudoeste de Teherán. La ciudad, considerada santa por los chiítas, cuenta con la mayor escuela teológica de Irán, donde los estudiantes pueden especializarse en la ley islámica, y fue donde se instaló el ya fallecido ayatolá Jomeini luego de la revolución que dio lugar al actual régimen político del país.
El texto sigue y no tiene desperdicios, veamos:
“La propagación de la homosexualidad es una estrategía deliberada y a largo plazo de Occidente”.
“El sistema de generación cultural de los EE.UU. y Europa está alcanzando su objetivo de transformar la visión de la homosexualidad, de un fenómeno inmoral y profano a un comportamiento socialmente aceptable. Toda objeción en contra de la homosexualidad se ha vuelto ilegal y es duramente condenada por la justicia”.
“Aunque se ha probado científicamente que la homosexualidad es una aberración sexual, la propaganda occidental sostiene que es solamente una incidencia genética, y por lo tanto nadie puede protestar contra el accionar de estos desviados sexuales”.
“La humillación de la familia ha alcanzado niveles asombrosos por parte de los líderes occidentales. Durante toda la historia humana la familia no fue otra cosa que una institución basada en el matrimonio entre un hombre y una mujer, con el único propósito de procrear hijos. Pero Occidente está intentado cambiar esta definición y distorsionar la verdad”.
Ups, Liliana Negre de Alonso y Cynthia Hotton no podrían estar más de acuerdo.
“Steve Palmer, CEO de Microsoft, y Bill Gates, fundador de la empresa, donaron cada uno 100.000 dólares para la campaña en favor del casamiento entre homosexuales. Si tanta pena sienten por los desviados, ¿por qué no usan esos fondos para tratarlos mentalmente y así devolverles una vida natural y normal?”
“Facebook ha agregado un icono de casamiento de homosexuales y algunos de los gerentes de Facebook son ellos mismos homosexuales”.
Maldita internet. Maldita tecnología. Maldito siglo XXI.
“Gran Bretaña, EE.UU. y Canadá, ayudados por capitalistas judíos, han creado premios literarios orientados hacía la homosexualidad, como el Stone Wall Book, en UK, el premio Dayne Ogilvie, en Canadá, o el premio Lambada en EE.UU. Desde los ’50, Hollywood ha sido el instrumento más importante para facilitar la penetración de la homosexualidad en las sociedades”.
Resalto: “ayudados por capitalistas judíos”.
“Obama, él mismo sospechado de ser un homosexual, ha aumentado aún más esta tendencia”.
(Y ahí aparece una imagen de la tapa de Newsweek con el título: “Obama, el primer presidente gay”, publicada luego de que el mandatario norteamericano anunciara su apoyo al matrimonio igualitario).
“Por recomendación de la Universidad judía de California, la homosexualidad se ha vuelto un tópico en los libros de escuela”.
“Como la mayor parte de la corrupción que sufre el mundo, en este caso también los recursos humanos y financieros judíos han estado promoviendo todo este proceso de propagación de la homosexualidad desde tres campos: el cultural, el propagandístico y el político. Estas actividades van desde fundar premios literarios para la literatura homosexual a apoyar eventos homosexuales y legislación pro-homosexual en varios países, especialmente en Europa. Detrás de esto se encuentra el régimen sionista”.
“El régimen sionista es uno de los mayores propagadores de la homosexualidad en el mundo y ha organizado numerosas herramientas de promoción, como los desfiles gays, en muchos países. Incluso homosexuales han sido nombrados rabinos y realizan ceremonias religiosas”.
O sea, en síntesis, los putos somos culpa de los judíos.
El artículo muestra fotos de la marcha del orgullo de Tel Aviv en las que la bandera del arcoiris flamea junto con la de Israel y advierte que ese país es “el paraíso de los gays”. Diría Stephen King: el pasado armoniza.
Sería gracioso si fuera, apenas, gracioso. Pero todo ese discurso, además de escribirse, se lleva a la práctica. Y destruye muchas vidas. Y termina con muchas otras.
El 4 de diciembre de 2007, el joven iraní Makwan Mouloudzadeh, de 20 años, fue ahorcado en la ciudad de Kermanshah tras haber sido condenado a muerte por el delito de lavat-e iqabi: sexo anal. Según la acusación, Makwan habría violado a tres hombres cuando tenía 13 años. Pero Amnistía Internacional denuncia que el juicio tuvo graves deficiencias: las presuntas víctimas retiraron su denuncia durante el juicio y declararon que anteriormente habían mentido o habían sido obligadas a ‘confesar’. Para condenar a Makwan Moloudzadeh a muerte, el juez se valió de la discrecionalidad que le permite el artículo 120 del Código Penal iraní, que dice que “el Juez de la Sharia puede actuar de acuerdo a lo que haya podido conocer siguiendo los métodos de la costumbre”. O sea, puede condenar a muerte sin pruebas. Muchas veces, advierten distintos organismos de derechos humanos, los juicios a los homosexuales se realizan bajo acusaciones de violación, con testimonios o confesiones obtenidas mediante tortura, tal como fue denunciado en este caso. Fue lo que pasó con Mahmoud Asgari y Ayaz Marhoni, dos jóvenes gays colgados el 19 de julio de 2005 que se transformaron en un símbolo de la persecución del régimen teocrático de los ayatolás contra los homosexuales, ya que las imágenes de su ejecución, que reproducimos al inicio de este post, recorrieron el mundo. La acusación contra ellos también fue por violación.
La ley islámica, impuesta a sangre y fuego por los ayatolás a partir de una interpretación fundamentalista de textos religiosos, ha transformado a Irán en un infierno para los homosexuales — y para las mujeres, y para los opositores, y para tantos otros.
El Código Penal iraní define el delito de sodomía como “la relación sexual con un hombre” (art. 108) y dice que “tanto el sujeto activo como el pasivo serán condenados al castigo” (art. 109). El castigo es la muerte y el juez decidirá cómo se ejecuta (art. 110), aunque la pena sólo será aplicable “si ambos sujetos, el activo y el pasivo, son maduros, mentalmente saludables y capaces de decidir por si mismos” (art. 111). Si un hombre “maduro y mentalmente saludable” mantiene relaciones sexuales con una persona “inmadura”, será condenado a muerte, pero el castigo también alcanzará al menor —corresponde al juez decidir quién es menor— “si no fue obligado”: 74 latigazos (art. 112). Si dos menores tienen relaciones, se los castiga con 74 latigazos a cada uno (art. 114). El crimen de sodomía puede ser probado si el acusado confiesa cuatro veces (art. 114) (el código no aclara que la confesión se da bajo tortura) o si cuatro hombres “virtuosos” que observaron el acto testifican (art. 117). Pero los testigos tienen que ser varones: el testimonio de una mujer no tiene valor legal (art. 119). La otra forma de probarlo, siguiendo el artículo 120, es que, como ocurrió con Makwan Mouloudzadeh, el juez decida que es culpable, porque lo digo yo, y punto.
Otros castigos previstos en el Código Penal: para “dos hombres que se frotan entre sí los músculos o las nalgas”, si no hay penetración, 100 latigazos para cada uno (art. 121); para los casos de reincidencia en la frotación de músculos o nalgas, la cuarta vez el castigo es la muerte (art. 122); si dos hombres que no son parientes “yacen juntos y desnudos bajo una manta, sin haber necesidad”, el castigo puede llegar a 99 latigazos (art. 123); si un hombre besa a otro “con lujuria”, no menos de 60 latigazos (art. 124). Para las mujeres, el castigo por el crimen de mosaheqeh (lesbianismo) es de 100 latigazos para cada una (art. 129), y “no se hará distinción entre quien hace y quien se deja hacer, ni tampoco si las involucradas son o no musulmanas” (art. 130). Para las reincidentes, a la cuarta vez, el castigo es la muerte (art. 131). Si las encuentran desnudas bajo una manta, hasta 99 latigazos (art. 134).
Pero, ¿para qué tanta legislación penal? Dos meses antes del asesinato de Mouloudzadeh a manos del Estado iraní, el dictador Mahmud Ahmadineyad afirmó en una conferencia en la Universidad de Columbia (EE.UU.): “En Irán no tenemos homosexuales”.
No, no es broma:
Cuesta entender por qué una parte importante de la izquierda latinoamericana admira tanto al régimen autoritario, asesino, misógino, antisemita y homofóbico de Almadineyad y los ayatolás. Varios presidentes y ex presidentes latinoamericanos lo tratan de “compañero” y distintas agrupaciones políticas hacen actos con representantes de sus embajadas y viajan a Teherán para conocer las maravillas de su gobierno “revolucionario”. En Argentina, uno de sus principales defensores es Luis D’ Elía, quien inclusive defiende y justifica el discurso antisemita del presidente iraní. Almadineyad, recordemos, niega el Holocausto, dice que hay que “borrar del mapa” a Israel y premió con un cargo a uno de los principales acusados del atentado a la AMIA, a quien se niega a entregar a la justicia argentina, que pidió su captura internacional.
He tenido fuertes discusiones con militantes de la izquierda brasileña que adoptaron como propio el discurso antisemita del régimen iraní y sus aliados en Medio Oriente. Escuché atónito cuando un joven que se dice socialista me aseguraba que los judíos controlan los medios de comunicación y la economía en todo el mundo, y otras cosas que parecían salidas de un documental sobre Joseph Goebbels. En este blog denuciamos meses atrás la campaña antisemita del gobierno de Chávez, uno de los mejores amigos de Almadineyad, contra el candidato de la oposición de Venezuela, Henrique Capriles Radonski, a quien los chavistas “acusan” de judío y homosexual. Por esa nota, un señor que se presentó como profesor de Ciencia Política de una universidad venezolana (dijo que estaba participando en un congreso internacional) se apareció en un acto público del que yo estaba participando en Río de Janeiro y comenzó a gritarme, mostrándome un libro que llevaba la estrella de David en la tapa y que, según él, contenía “la verdad sobre los judíos” que yo necesitaba saber.
—¡Agente del sionismo! —me gritaba.
La idea que justifica, para muchos, el apoyo a la dictadura iraní es que los ayatolás son enemigos de los Estados Unidos. Y como los enemigos de mis enemigos son mis amigos —brutal falacia—, ellos son los buenos. Revolucionarios antiimperialistas. Qué imbecilidad.
No me caben dudas de que el liderazgo de Barack Obama es infinitamente mejor para el mundo —y para su propio pueblo— que el de Almadineyad. Y que el de Mitt Rommey, por supuesto. Y, no sólo porque soy gay, pero también por eso, si tuviera que elegir una ciudad de Medio Oriente para vivir, no tendría dudas en elegir Tel Aviv. Uno de los pocos lugares donde no me meterían preso o me matarían por mi orientación sexual.
Una posdata que daría otra nota
Esta nota hubiera sido imposible sin la ayuda de varias personas solidarias. Cuando vi los primeros cables y noticias sobre la publicación homofóbica y antisemita del Mashregh News, comencé a buscar el artículo original, ya que siempre creo necesario ir a la fuente. No quería confiar apenas en las traducciones parciales de frases sueltas que aparecían en algunos medios. Fabián Glagovsky, un profesor argentino de historia que vive en Israel, me pasó el link del artículo original. Ahora necesitaba traducirlo del farsí. No conozco a nadie que hable farsí y la traducción del Google Translator no pasaba del Yo-Tarzán-Tú-Jane. Pedí auxilio en Twitter, mi amigo Idelber Avelar la reprodujo y respondió nada menos que el escritor brasileño Paulo Coelho, quien me ofreció ponerme en contacto con su traductor iraní, el escritor Arash Hejazi. Arash, con una amabilidad infinita, tradujo el texto completo del artículo al inglés, no sin antes advertirme: “Wow! It’s a terrifying article!”. Luego, Tomás Sapochnik completó la cadena solidaria, traduciendo del inglés al español.
Estoy muy agradecido con todos ellos.
Arash Hejazi traduce las novelas de Coelho, el escritor brasileño más leído en el mundo, pero estas ya no pueden venderse en Irán. Después de que la dictadura de los ayatolás decidiera prohibir sus libros, el Mago decidió subir a internet las versiones en farsí. Así, los iraníes con acceso a internet pueden leerlos gratis y burlar la censura del régimen. Como en los días de las protestas callejeras contra el fraude electoral que mantuvo en el poder a Almadineyad, internet se ha transformado para parte de ese pueblo, y sobre todo los jóvenes de Teherán, en un espacio de libertad y resistencia.
Fue en aquellos días violentos de 2009 que Paulo Coelho temió por la vida de su traductor. Un video que recorría el mundo através de Youtube mostraba la muerte de la joven Neda Agha Soltan, de 26 años, asesinada por un francotirador de la milicia basiyí, policía política iraní. Arash trataba de socorrerla y el escritor lo reconoció en las imágenes.
“Querido Paulo, ahora estoy en Teherán. El video del asesinato de Neda fue tomado por mi amigo, tú puedes reconocerme. Yo era el ‘médico’ que trató de salvarla y fracasó. Ella murió en mis brazos. Te escribo con lágrimas en los ojos. Por favor, no menciones mi nombre. Me pondré en contacto contigo con más detalles en breve”, decía el mail que recibió Coelho, que decidió publicar el video en su blog. El New York Times, The Guardian y otros diarios del mundo se hicieron eco de su denuncia desesperada. El escritor le pidió a Arash que le enviara noticias “diciendo el nombre de la persona con la que pasamos el año nuevo de 2001, para estar seguro de que quien está respondiendo sos vos”. En su respuesta, Arash le dice que tratará de salir del país al día siguiente. “Si no llego a Londres a las 14 hs., es porque me pasó algo. Hasta entonces, espera”. Cuando al fin llegó a Londres, contó al mundo la historia.
Así murió Neda, en los brazos de nuestro solidario traductor, por manifestarse contra la dictadura iraní que algunos tanto defienden:
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Publicado por TN
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