Yoss |
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Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente. Pero claro, si uno es tonto difícilmente pueda entenderlo. Y la cosa se vuelve letal cuando uno encima carece de principios.
Este es el caso del "amigo" Yoss que no merece ni respuesta, ni siquiera repudio. Lo mejor es dejar volar sus propias palabras por el mundo para que todos sepan quién este pobre hombre.
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“Ni enemigo ni partidario…si acaso todo lo contrario” (Carta autocrítica abierta y de disculpa a Ángel Santiesteban Prats) por José Miguel Sánchez/ Yoss
Ángel,
ha pasado casi un mes desde que, en carta tan abierta como esta,
publicada en el mismo blog, deplorara, (y de nuevo te juro que sin
segundas ni terceras intenciones), el error que creí entonces
sinceramente habías cometido, y por el que opinaba que merecías estar
encerrado como preso común (que no político).
Admito
que me sorprendió un poco la intolerante furia con la que algunos que
se decían mis amigos reaccionaron, acusándome, como mínimo, de
oportunista, y otros hasta de mercenario barato de la Seguridad del
Estado cubana. Y que tu respuesta, que no tardó, me puso a pensar. Te
agradezco su ecuanimidad, y el que, a diferencia de muchos “ofendidos”
no te dedicaras a acumular gratuitos insultos sobre mi persona.
Por
otro lado, entiendo que te sintieras dolido, así que si prefieres negar
que nunca existiera ninguna relación de amistad entre nosotros, supongo
que estás en todo tu derecho. Lo respeto. Y ni siquiera me tomaré el
trabajo de aclarar, como algunos “curiosos” casi me rogaron, qué fue lo
que pasó con nuestra común amiga mexicana. No procede.
Lo
esencial es que, a fin de cuentas, es cierto que nunca fui de esos que
visitaban asiduamente tu casa. Los motivos no importan, pero, desde
luego, no se trató jamás de ninguna clase de miedo a la “contaminación
política” ni cosa por el estilo. ¿Recuerdas que cuando te atacaron en
plena calle y te fracturaron el brazo fui uno de los que rubricó la
carta de protesta? Espero que nadie piense que también entonces me pagó
la Seguridad cubana ni mucho menos.
Sin
duda, no soy un amigo tuyo tan cercano como Nelton u otros más que no
vale la pena mencionar aquí. Y que conste que ni de lejos los estoy
criticando a ellos. Creo que te han demostrado de sobra lo mucho que
valen.
Pero
precisamente de esa relativa lejanía entre nosotros fue que vino la
idea de escribirte la infortunada carta anterior. El tono más
bien íntimo… bien, eran puras pretensiones de escritor, de persona que
te ha admirado y sentido muy cercano desde aquel año 90 en Bailén,
cuando la historia de tu célebre altercado playero con David Buzzi ya te
orlaba de una aureola de la que luego has sabido estar a la altura. Y
que, al mismo tiempo, comprendía que nada de lo relacionado actualmente
contigo podía ser sino 100% público. Lo sabes, ya hace meses que dejaste
de ser un personaje privado, un simple escritor, para convertirte en
hombre-símbolo, en disidente-bandera. Y si te gusta o no esa condición,
tampoco es asunto mío.
Pero
en fin… todos estos no son más que circunloquios, vueltas, en buen
cubano, así que vamos a la concreta, que es lo que interesa de verdad.
A
ver cómo empiezo… Ángel, dicen que todavía a mediados de este siglo
existían periódicos que tenían por orgullo no haber nunca desmentido o
siquiera enmendado una noticia aparecida en sus páginas. De lo que se
derivaban anécdotas tan graciosas como aquella que cuenta Eduardo
Robreño, en la que, tras publicar solemne pero equivocadamente el
obituario de un ciudadano todavía vivo, uno de esos diarios, para no
“perder la cara” ante la evidencia de su error, simplemente publicó al
día siguiente la noticia de su segundo… nacimiento. Con lo que el
contento “recién venido al mundo” pidió un tete y se exhibió vivito y
coleando por las calles de la ciudad.
Bromas aparte, errar es humano, y rectificar, de sabios… aunque por lo visto, no de ciertos periódicos (si bien el Granma
en los últimos tiempos lo hace bastante a menudo) ni de ciertos
dirigentes…. Pero no vamos a meternos en camisa de once varas ¿no?
Pero
el caso es que, como no soy ni uno ni otro, en aras de la sabiduría, lo
voy a poner bien simple, en blanco y negro y con mayúsculas, como lo
escribí en la carta de hace un mes:
DISCULPA. ME EQUIVOQUÉ.
Y aclaro ahora:
No
fue mi error dar una opinión, ni siquiera darla públicamente,
poniéndola en Internet, aunque algunos se rasguen las vestiduras
invocando el espíritu de cuerpo y la cofradía de la cultura que debieron
obligarme a guardar silencio y comentar privadamente el caso de un
colega de letras. No pienso así, con perdón de ellos, cuya opinión
respeto.
Es
verdad, la discreción nunca ha sido mi fuerte. Pero el GRAN ERROR fue
dar como un hecho esa OPINIÓN, cuando no fui testigo presencial de los
hechos, ni siquiera obraban en mi poder todos los datos que me habrían
debido permitir juzgar (porque muchos están en Internet, y ya sabes que
Internet, para los cubanos…) Mi ERROR fue no sólo juzgarte, sino sobre
todo CONDENARTE en base al testimonio de terceros. Por muy de confianza
que fueran.
Durante
este mes que ha pasado entre carta y carta he seguido averiguando, por
cierto que bastante discretamente para mis estándares. Por eso me demoré
en escribir esta carta. Preguntando aquí y allá, como quien no quiere
la cosa. El resultado es que, en buen cubano, YA NO ESTOY TAN CONVENCIDO
DE QUE HAYAS COMETIDO EL DELITO POR EL QUE SUPUESTAMENTE ESTAS PRESO.
Y, fíjate bien… escribo bien claro TAN porque tampoco he logrado convencerme 100% de
tu absoluta inocencia de todos los cargos. Francamente, mientras más
indago y más conozco sobre la auténtica maraña legal que fue tu caso,
más confundido me siento respecto a la verdad. Está claro que hubo
irregularidades en tu acusación y en tu proceso. Suficientes como para
empañar la que hace un mes me pareció indudable claridad y justicia del
veredicto que te metió entre rejas. Y por mucho menos que eso, en otros
países quedan libres verdaderos culpables, ya se sabe.
Aunque
me siga dando la impresión de que algo hubo… pero, en fin, es solo MI
IMPRESIÓN PERSONAL. Por la que nadie debería estar en la cárcel. Cuando
más, puedes escoger dejar de hablarme por esa idea loca.
¿Entonces?
Ángel,
puede que seas o no culpable. Pero esa ni siquiera es la cuestión
principal. Me temo que pasarán muchos años antes de que se sepa lo que
realmente pasó. Si es que se sabe alguna vez… como quién mató a Kennedy.
Algunos
dicen que sí, otros que no, tú te declaras inocente, estás en tu
derecho, y todo el que alguna vez ha tenido un pensamiento disidente
aunque sea antes de acostarse a dormir (sobre todo si vive hace años
tranquilito y fuera de Cuba) te apoya con tal vehemencia que a
cualquiera que lo ponga en duda poco menos que lo crucifican. Bien que
lo comprobé en facebook propio.
En todo caso esa NO ES EXCUSA para MI ERROR.
Por
eso te pido disculpas. En concreto, por haberte, no sólo juzgado, que
es derecho de toda persona respecto a otra, sino CONDENADO. Como si
fuera yo dueño de la verdad absoluta. Por mi absurda presunción de
culpabilidad, por olvidar que ante la ley toda persona debe ser
considerada inocente hasta que se demuestre irrefutablemente lo
contrario. Porque ahora, con lo que sé, no me merece lo bastante
demostrada tu culpabilidad.
Está
claro que Cuba no es desde hace años un Estado de Derecho ni mucho
menos un sitio donde se cumpla ni remotamente a rajatabla aquello de “es preferible que escapen cien culpables a que sufra un solo inocente”.
Más bien al revés… hacen falta a toda costa culpables, chivos
expiatorios, enemigos a los que apuntar el dedo para que los dedos de
todo el pueblo furioso no apunten hacia arriba, hacia atrás, a los
verdaderos culpables del fracaso que estamos viviendo.
Que no es ni mucho menos el Bloqueo, por cierto…
Sostengo,
como escribí en la carta anterior, que te designaron para ese papel…
para darle un escarmiento a la disidencia, y que el delito por el que
supuestamente estás cumpliendo condena es sólo una excusa. A estas
alturas, de lo que no estoy seguro es de si eres culpable o inocente. Pero repito, tampoco importa tanto.
Así
que perdona por haberte castigado con el maleficio de la duda, en vez
de premiarte con el beneficio. Si te pareció, si a alguien le pareció
que trataba de ganar unos méritos muy tristes haciendo lo que
popularmente se llama “leña del árbol caído”, que me orientaron escribir
lo que escribí… repito una vez más no fue así. Escribí lo que pensaba
entonces, como lo escribo ahora, y como hace un mes, me atengo a las
consecuencias de mis párrafos.
No
sé si podrás responder ahora como me respondiste hace 4 semanas, cuando
estabas en la prisión granja La Lima… aunque no tengo acceso pleno a
Internet, sino sólo correo electrónico, y de cubarte, me he enterado,
gracias a algunos amigos (de esos que al principio me atacaron por mi
primera carta con una mezcla de rabia y decepción, la misma que confío
en que algunos mensajes personales luego hemos intercambiado hayan
contribuido a atenuar un poco… gracias a ellos; Roberto y Manuel;
ustedes saben quiénes son. Gracias, de verdad, por ayudarme a aclarar
mis pensamientos, por su disposición al diálogo. Ojalá siempre fuera así
todo.) que te han trasladado a una prisión de máxima seguridad.
Deploro
ese exceso de precaución, que sólo es dureza represiva mal disfrazada.
No creo que tengas en mente escapar de prisión ni mucho menos. Sé que si
hubieras querido, podías haber abandonado el país mil veces antes de ir
a juicio, y te honra haber preferido enfrentarlo, seas o no culpable.
En todo caso, si fueran necesarias prisiones de máxima seguridad para
todo el que golpea a una mujer, me temo que no alcanzaría la isla
entera. Para empezar, debieran estar ahí todos los abusadores (y
abusadoras) que, con la excusa de que la calle es de los revolucionarios
y los disidentes no tienen ningún derecho, han apaleado tantas veces a
las Damas de Blanco sin que ninguna voz se levante para criticarlos.
Espero,
como te escribí hace un mes, que sigas siendo el escritor que tanto me
gusta leer en la prisión. Y que algo bueno acabe saliendo de todo esto,
literariamente hablando.
Eso
sí, te pido un favor; si los avatares de la vida y de la política te
llevan, como mucho parece indicar, a convertirte en figura sobresaliente
de la disidencia cubana, y alguna vez, en un hipotético Gobierno de
Transición en el que Yoany Sánchez pudiera ser Canciller, Ministra de la
Prensa o algo así, te toca ser Ministro de Cultura… mejor nunca me
llames para tu gabinete. No es nada contra ti, hermano, de verdad… ni
mucho menos contra la autora de Generación Y, a la que respeto enormemente por su valor y habilidad.
Es
sólo que, evidentemente, yo no entiendo NADA de política, así que muy
mal me desempeñaría en cualquier cargo importante de esos, guiado sólo
por mi sentido de lo que está bien o está mal. Que no me da pena cambiar
cuando me parece que está mal. ¿Te imaginas a un viceministro o un
Presidente de la UNEACV pidiendo disculpas por hablar mal de alguien sin
pruebas suficientes?
Yo
tampoco. Aunque, por supuesto, un gobierno en el que tal utopía
sucediera tendría que, necesariamente, ser algo muy distinto de todo lo
que conocemos.
Pero estoy divagando, así que mejor corto ya. Igual no queda mucho por decir.
Mucha suerte, Ángel, de todo corazón.
Cambio y fuera
EL NO-AGENTE DEL G-2 YOSSPubicado en La Llaga
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