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lunes, 15 de abril de 2013

Yoss: ¿Mea culpa? o ¿meas fuera del tarro?


Yoss


Yoss

 

Es mejor estar callado y parecer tonto, que hablar y despejar las dudas definitivamente. Pero claro, si uno es tonto difícilmente pueda entenderlo. Y la cosa se vuelve letal cuando uno encima carece de principios.

Este es el caso del "amigo" Yoss que no merece ni respuesta, ni siquiera repudio. Lo mejor es dejar volar sus propias palabras por el mundo para que todos sepan quién este pobre hombre.

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“Ni enemigo ni partidario…si acaso todo lo contrario” (Carta autocrítica abierta y de disculpa a Ángel Santiesteban Prats) por José Miguel Sánchez/ Yoss

 

Ángel, ha pasado casi un mes desde que, en carta tan abierta como esta, publicada en el mismo blog, deplorara, (y de nuevo te juro que sin segundas ni terceras intenciones), el error que creí entonces sinceramente habías cometido, y por el que opinaba que merecías estar encerrado como preso común (que no político).
Admito que me sorprendió un poco la intolerante furia con la que algunos que se decían mis amigos reaccionaron, acusándome, como mínimo, de oportunista, y otros hasta de mercenario barato de la Seguridad del Estado cubana. Y que tu respuesta, que no tardó, me puso a pensar. Te agradezco su ecuanimidad, y el que, a diferencia de muchos “ofendidos” no te dedicaras a acumular gratuitos insultos sobre mi persona.
Por otro lado, entiendo que te sintieras dolido, así que si prefieres negar que nunca existiera ninguna relación de amistad entre nosotros, supongo que estás en todo tu derecho. Lo respeto. Y ni siquiera me tomaré el trabajo de aclarar, como algunos “curiosos” casi me rogaron, qué fue lo que pasó con nuestra común amiga mexicana. No procede.
Lo esencial es que, a fin de cuentas, es cierto que nunca fui de esos que visitaban asiduamente tu casa. Los motivos no importan, pero, desde luego, no se trató jamás de ninguna clase de miedo a la “contaminación política” ni cosa por el estilo. ¿Recuerdas que cuando te atacaron en plena calle y te fracturaron el brazo fui uno de los que rubricó la carta de protesta? Espero que nadie piense que también entonces me pagó la Seguridad cubana ni mucho menos.
Sin duda, no soy un amigo tuyo tan cercano como Nelton u otros más que no vale la pena mencionar aquí. Y que conste que ni de lejos los estoy criticando a ellos. Creo que te han demostrado de sobra lo mucho que valen.
Pero precisamente de esa relativa lejanía entre nosotros fue que vino la idea de escribirte la infortunada carta anterior. El tono  más bien íntimo… bien, eran puras pretensiones de escritor, de persona que te ha admirado y sentido muy cercano desde aquel año 90 en Bailén, cuando la historia de tu célebre altercado playero con David Buzzi ya te orlaba de una aureola de la que luego has sabido estar a la altura. Y que, al mismo tiempo, comprendía que nada de lo relacionado actualmente contigo podía ser sino 100% público. Lo sabes, ya hace meses que dejaste de ser un personaje privado, un simple escritor, para convertirte en hombre-símbolo, en disidente-bandera. Y si te gusta o no esa condición, tampoco es asunto mío.
Pero en fin… todos estos no son más que circunloquios, vueltas, en buen cubano, así que vamos a la concreta, que es lo que interesa de verdad.
A ver cómo empiezo… Ángel, dicen que todavía a mediados de este siglo existían periódicos que tenían por orgullo no haber nunca desmentido o siquiera enmendado una noticia aparecida en sus páginas. De lo que se derivaban anécdotas tan graciosas como aquella que cuenta Eduardo Robreño, en la que, tras publicar solemne pero equivocadamente el obituario de un ciudadano todavía vivo, uno de esos diarios, para no “perder la cara” ante la evidencia de su error, simplemente publicó al día siguiente la noticia de su segundo… nacimiento. Con lo que el contento “recién venido al mundo” pidió un tete y se exhibió vivito y coleando por las calles de la ciudad.
Bromas aparte, errar es humano, y rectificar, de sabios… aunque por lo visto, no de ciertos periódicos (si bien el Granma en los últimos tiempos lo hace bastante a menudo) ni de ciertos dirigentes…. Pero no vamos a meternos en camisa de once varas ¿no?
Pero el caso es que, como no soy ni uno ni otro, en aras de la sabiduría, lo voy a poner bien simple, en blanco y negro y con mayúsculas, como lo escribí en la carta de hace un mes:
DISCULPA. ME EQUIVOQUÉ.
Y aclaro ahora:
No fue mi error dar una opinión, ni siquiera darla públicamente, poniéndola en Internet, aunque algunos se rasguen las vestiduras invocando el espíritu de cuerpo y la cofradía de la cultura que debieron obligarme a guardar silencio y comentar privadamente el caso de un colega de letras. No pienso así, con perdón de ellos, cuya opinión respeto.
Es verdad, la discreción nunca ha sido mi fuerte. Pero el GRAN ERROR fue dar como un hecho esa OPINIÓN, cuando no fui testigo presencial de los hechos, ni siquiera obraban en mi poder todos los datos que me habrían debido permitir juzgar (porque muchos están en Internet, y ya sabes que Internet, para los cubanos…) Mi ERROR fue no sólo juzgarte, sino sobre todo CONDENARTE en base al testimonio de terceros. Por muy de confianza que fueran.
Durante este mes que ha pasado entre carta y carta he seguido averiguando, por cierto que bastante discretamente para mis estándares. Por eso me demoré en escribir esta carta. Preguntando aquí y allá, como quien no quiere la cosa. El resultado es que, en buen cubano, YA NO ESTOY TAN CONVENCIDO DE QUE HAYAS COMETIDO EL DELITO POR EL QUE SUPUESTAMENTE ESTAS PRESO.
Y, fíjate bien… escribo bien claro TAN porque tampoco he logrado convencerme 100%  de tu absoluta inocencia de todos los cargos. Francamente, mientras más indago y más conozco sobre la auténtica maraña legal que fue tu caso, más confundido me siento respecto a la verdad. Está claro que hubo irregularidades en tu acusación y en tu proceso. Suficientes como para empañar la que hace un mes me pareció indudable claridad y justicia del veredicto que te metió entre rejas. Y por mucho menos que eso, en otros países quedan libres verdaderos culpables, ya se sabe.
Aunque me siga dando la impresión de que algo hubo… pero, en fin, es solo MI IMPRESIÓN PERSONAL. Por la que nadie debería estar en la cárcel. Cuando más, puedes escoger dejar de hablarme por esa idea loca.
¿Entonces?
Ángel, puede que seas o no culpable. Pero esa ni siquiera es la cuestión principal. Me temo que pasarán muchos años antes de que se sepa lo que realmente pasó. Si es que se sabe alguna vez… como quién mató a Kennedy.
Algunos dicen que sí, otros que no, tú te declaras inocente, estás en tu derecho, y todo el que alguna vez ha tenido un pensamiento disidente aunque sea antes de acostarse a dormir (sobre todo si vive hace años tranquilito y fuera de Cuba) te apoya con tal vehemencia que a cualquiera que lo ponga en duda poco menos que lo crucifican. Bien que lo comprobé en facebook propio.
En todo caso esa NO ES EXCUSA para MI ERROR.
Por eso te pido disculpas. En concreto, por haberte, no sólo juzgado, que es derecho de toda persona respecto a otra, sino CONDENADO. Como si fuera yo dueño de la verdad absoluta. Por mi absurda presunción de culpabilidad, por olvidar que ante la ley toda persona debe ser considerada inocente hasta que se demuestre irrefutablemente lo contrario. Porque ahora, con lo que sé, no me merece lo bastante demostrada tu culpabilidad.
Está claro que Cuba no es desde hace años un Estado de Derecho ni mucho menos un sitio donde se cumpla ni remotamente a rajatabla aquello de “es preferible que escapen cien culpables a que sufra un solo inocente”. Más bien al revés… hacen falta a toda costa culpables, chivos expiatorios, enemigos a los que apuntar el dedo para que los dedos de todo el pueblo furioso no apunten hacia arriba, hacia atrás, a los verdaderos culpables del fracaso que estamos viviendo.
Que no es ni mucho menos el Bloqueo, por cierto…
Sostengo, como escribí en la carta anterior, que te designaron para ese papel… para darle un escarmiento a la disidencia, y que el delito por el que supuestamente estás cumpliendo condena es sólo una excusa. A estas alturas,  de lo que no estoy seguro es de si eres culpable o inocente. Pero repito, tampoco importa tanto.
Así que perdona por haberte castigado con el maleficio de la duda, en vez de premiarte con el beneficio. Si te pareció, si a alguien le pareció que trataba de ganar unos méritos muy tristes haciendo lo que popularmente se llama “leña del árbol caído”, que me orientaron escribir lo que escribí… repito una vez más no fue así. Escribí lo que pensaba entonces, como lo escribo ahora, y como hace un mes, me atengo a las consecuencias de mis párrafos.
No sé si podrás responder ahora como me respondiste hace 4 semanas, cuando estabas en la prisión granja La Lima… aunque no tengo acceso pleno a Internet, sino sólo correo electrónico, y de cubarte, me he enterado, gracias a algunos amigos (de esos que al principio me atacaron por mi primera carta con una mezcla de rabia y decepción, la misma que confío en que algunos mensajes personales luego hemos intercambiado hayan contribuido a atenuar un poco… gracias a ellos; Roberto y Manuel; ustedes saben quiénes son. Gracias, de verdad, por ayudarme a aclarar mis pensamientos, por su disposición al diálogo. Ojalá siempre fuera así todo.) que te han trasladado a una prisión de máxima seguridad.
Deploro ese exceso de precaución, que sólo es dureza represiva mal disfrazada. No creo que tengas en mente escapar de prisión ni mucho menos. Sé que si hubieras querido, podías haber abandonado el país mil veces antes de ir a juicio, y te honra haber preferido enfrentarlo, seas o no culpable. En todo caso, si fueran necesarias prisiones de máxima seguridad para todo el que golpea a una mujer, me temo que no alcanzaría la isla entera. Para empezar, debieran estar ahí todos los abusadores (y abusadoras) que, con la excusa de que la calle es de los revolucionarios y los disidentes no tienen ningún derecho, han apaleado tantas veces a las Damas de Blanco sin que ninguna voz se levante para criticarlos.
Espero, como te escribí hace un mes, que sigas siendo el escritor que tanto me gusta leer en la prisión. Y que algo bueno acabe saliendo de todo esto, literariamente hablando.
Eso sí, te pido un favor; si los avatares de la vida y de la política te llevan, como mucho parece indicar, a convertirte en figura sobresaliente de la disidencia cubana, y alguna vez, en un hipotético Gobierno de Transición en el que Yoany Sánchez pudiera ser Canciller, Ministra de la Prensa o algo así, te toca ser Ministro de Cultura… mejor nunca me llames para tu gabinete. No es nada contra ti, hermano, de verdad… ni mucho menos contra la autora de Generación Y, a la que respeto enormemente por su valor y habilidad.
Es sólo que, evidentemente, yo no entiendo NADA de política, así que muy mal me desempeñaría en cualquier cargo importante de esos, guiado sólo por mi sentido de lo que está bien o está mal. Que no me da pena cambiar cuando me parece que está mal. ¿Te imaginas a un viceministro o un Presidente de la UNEACV pidiendo disculpas por hablar mal de alguien sin pruebas suficientes?
Yo tampoco. Aunque, por supuesto, un gobierno en el que tal utopía sucediera tendría que, necesariamente, ser algo muy distinto de todo lo que conocemos.
Pero estoy divagando, así que mejor corto ya. Igual no queda mucho por decir.
Mucha suerte, Ángel, de todo corazón.
Cambio y fuera
EL NO-AGENTE DEL G-2 YOSS

Pubicado en La Llaga

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