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lunes, 13 de mayo de 2013

Ángel Santiesteban acosado y aislado en la 1580. Raúl Castro responsable de su integridad.

Pasados varios días de la puesta en escena del paraíso tropical carcelario para la “prensa” acreditada y del examen ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, donde el canciller Bruno Rodríguez dijo que aceptarán las recomendaciones que el organismo internacional ha hecho para que se apliquen al sistema carcelario castrista y donde también ha dicho que permitirán las visitas de la Cruz Roja, todo sigue igual o peor. Nada cambió ni cambiará porque los cambios jamás pueden venir de quienes han provocado la tragedia cubana. El único cambio posible es erradicar de raíz el mal: la dictadura dinástica de los sádicos hermanos Castro.
Cuba es una pequeña isla en cuya geografía se concentra la mayor cantidad de cárceles del mundo. La Isla de la Felicidad es una gran cárcel donde -dentro de sus numerosos campos de concentración viven hacinados, torturados, humillados y famélicos miles de reclusos que -culpables o no- tienen derechos como cualquier ser humano; derechos que el régimen de La Habana jamás les respetó. A esos reclusos comunes hay que sumarle el más del centenar de prisioneros de conciencia a quienes enjaulan para silenciarlos bajo acusaciones falsas de delitos comunes, como es el caso de Ángel Santiesteban.
Afortunadamente, a través de Ángel  -y a pesar de los incesantes esfuerzos de sus carceleros por silenciarlo- pudimos saber que en ese macabro campo de concentración en el que él se encuentra -la 1580 en San Miguel del Padrón, La Habana- hubo el día 5 de mayo un principio de motín originado por la indignación de la población penal al ver cómo dos esbirros torturaban a un joven negro, enfermo mental, cuya humanidad está encerrada allí. Gracias a la solidaridad de todos, dejaron en paz al infortunado muchacho y los reclusos se calmaron.
Pero de este episodio debemos rescatar dos cosas importantísimas. Una es que ni aun en esas terribles condiciones de vida (¿?) los valores y la solidaridad desaparecen. Aunque siempre habrá los que elijan aliarse a sus verdugos, la mayoría conserva y defiende la dignidad. Si muchas veces callan es solo por evitar males mayores, pero llegados momentos de crueldad máxima, como el que relató Ángel, los principios se imponen sobre el miedo y se convierten todos en una voz contra la injusticia. Ello ha detenido el salvajismo que podría haber matado al joven.
Pero -y no menos importante- es que cuando la barbarie se manifiesta con toda la furia, el clamor de los reclusos no se limita solo a gritar contra ella y a detenerla, sino que se convierte en un clamor por la libertad, por la democracia, contra la dictadura, contra el dictador y en una seria advertencia que no debería pasar inadvertida para nadie, especialmente para Raúl Castro y para los organismos internacionales que poco o nada hacen por detener los abusos acumulados ya en esa friolera de 54 años de la mal llamada “Revolución”.
Eran presos comunes los que convirtieron su clamor de justicia por el compañero en consignas por la libertad y contra la dictadura. Reos comunes que posiblemente cuando vivían en libertad (la que se puede vivir en Cuba) no se habían cuestionado jamás la legitimidad o no del gobierno que los esclaviza; un gobierno ineficiente, desvergonzado y manipulador que es el verdadero culpable de que ellos estén allí, pues los ha obligado a delinquir con el único fin de sobrevivir y alimentar a la familia.
No se trata de hacer apología del delito. Para nada. Pero todos sabemos que la justicia en Cuba no es tal sino un poder subsidiario y dependiente del poder político que administra más venganzas que condenas por delitos reales. Y que, traicionando aquella promesa de que la Revolución era “una Revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes” se ensaña más con los más humildes y con los más desprotegidos. Y todavía más con quienes luchan por la libertad.
Es justamente la plena vigencia de tanta arbitrariedad y tanta injusticia en Cuba la que “fabrica” disidentes y opositores, y en este proceso los campos de concentración no son la excepción. Al contrario. Este comienzo de motín ha demostrado que, cuando ya los reos no tienen nada que perder, pierden el miedo y recuperan la dignidad.
Ángel está siendo abusado de otra manera, pero no menos cruel. Esta siendo torturado psicológicamente. Le han cortado toda vía de comunicación con su familia, a excepción de esos dos míseros minutos al teléfono cada cierto tiempo. Le han arrebatado la libre comunicación con sus compañeros, a los que tienen acosados y amenazados de castigo si se relacionan con él. Pero una vez más, demostrando valor e inteligencia, son muchos los que crean estrategias para comunicarse sin ser advertidos por los carceleros y por los reos que se vendieron a sus sobornos.
Ángel está donde no tiene que estar. Está pagando una venganza por haber osado expresare con libertad. Para ello pretendieron convertirlo en un abusador y un violador, pero de nada sirvió el intento porque nadie se lo ha creído. Los pocos infelices que se pronunciaron en su contra son los que bajo amenaza y presión no saben conservar la dignidad o al menos guardar silencio.
Los ojos del mundo civilizado están en Cuba y en los abusos que se cometen. La mirada de los organismos internacionales está sobre Ángel Santiesteban y son cada vez más los que se pronuncian a su favor. Cuantos más abusos cometan contra él, más crece la solidaridad que despierta su injusticia.
Raúl Castro lo sabe y es el responsable directo de cualquier cosa que pueda sucederle a Ángel. Como también lo son el ejército de eunucos que cumplen sus miserables órdenes, pero no solo como soldados obedientes sino como auténticos sádicos manifestando todos sus instintos asesinos.


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1 comentario:

  1. Responsabilitamos al Regimen de La Dictadura Castrista por cualquier daño que sufra el Preso Politico Cubano, Angel Santiesteban en la Prison 1580. Henry Agueros.

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