Yoani Sánchez desembarca en Italia. Al fin. Después de
tanta espera nuestra pequeña Godot tropical llega al aeropuerto de
Fiumicino para comenzar una gira de tres días por Italia que
empiezan con el contratiempo de un retraso en el vuelo Milán-Roma.
Yoani viene de Galicia, de participar en un acto sobre derechos
humanos en la Isla del Pensamiento, lugar
simbólico donde Franco encerraba a los prisioneros políticos.
No me considero cronista, es lógico, puesto que no lo
soy. Nadie me ha enseñado a dar noticias de manera impersonal. La
emoción de ver a Yoani en persona es fuerte después de años
compartiendo telemáticamente y de traducirla en
la distancia. Pierantonio Micciarelli,
magnífico director y gran amigo del pueblo
cubano, el autor de la película Soy la otra
Cuba, parece un niño esperando un gran
acontecimiento. Igual que yo. Igual que mi esposa. Únicamente Laura,
mi hija, no entiende que estemos viviendo la Historia, quizá con H
minúscula, pero siempre parte de la historia. Yoani es como nos la
habíamos imaginado: radiante, sonriente, larga cabellera suelta,
vestido primaveral a pesar del clima fresco, incluso lluvioso.
Abrazos, besos, manos que se estrechan, no hacen falta demasiadas
palabras para expresar lo que compartimos. Sentimientos recíprocos.
Sentimientos importantes. Cuba y su destino nos unen, estamos a años
luz de aquellos que exaltan a Chávez y a Maduro, a Abel Prieto y a
Raúl Castro.
La agenda italiana de Yoani es intensa. Empieza en
Perugia. El Festival de Periodismo traslada a las 9 de la noche su
conferencia-entrevista con Mario Calabresi, pero no puede evitar la
contestación de un grupo de imbéciles. Es lo que son, no encuentro
palabra más adecuada para definir a los protagonistas de un
escándalo tan indigno. Ella no se descompone: “Un país donde se
puede gritar que no existe libertad de expresión es un país donde
existe libertad de expresión”, afirma. “Me gustaría que este
tipo de discusión pudiera tener lugar también en Cuba, donde ni
siquiera se nos permite abrir un periódico independiente o
participar en un debate televisado”, continúa. Y termina a lo
grande, de triunfadora en el Festival de periodismo, como una vedette
capaz de llenar la Sala de’ Notari hasta la bandera y de conquistar
el corazón de los jóvenes.
Yoani habla de social network, de twitter, de sms
lanzados como gritos de libertad, de utopías impuestas, de deseos de
cambio. “Raúl Castro está en la senda correcta, pero las reformas
tienen que ser más rápidas e incisivas”. No podemos esperar más”,
concluye.
Los cubanos que participan en el acto, lo que constituye
una novedad, esperan a que la bloguera salga de la sala y le hacen
firmar copias de mi libro, algo que pasará siempre. Sí, porque
“Yoani Sánchez. In attesa della primavera” (Anordest Edizioni)
[Yoani Sánchez. A la espera de la primavera.
Ediciones Anordest] es un libro que yo escribí donde se recogen la
vida y los pensamientos de la bloquera, pero nadie me pide que lo
firme. Todos la quieren a ella. Es justo que así sea. No soy nada
envidioso. Colaboro con el proyecto de Yoani desde el principio y
continuaré haciéndolo.
En la cena Yoani nos sorprende. Bebe vino tinto
(bastante), para calentarse,
dice, pero solamente cuando está en Europa. Termina tomando té,
algo insólito en un cubano. Me recuerda a Cabrera Infante: “El
café es la bebida de los salvajes. El té, de los pueblos
civilizados”. El gran Cabrera Infante, un habanero convertido en
londinense. Yoani, en vez, es una ciudadana del mundo. Pero echa de
menos Cuba, sobre todo a su familia lejana, a su marido Reinaldo, a
su hijo Teo, del que habla a continuación. “¡Qué cubana tan
extraña! ¿Verdad? Bebe vino tinto y té...”, sonríe.
Al día siguiente hacemos un viaje interminable en mi
viejo Ford Escort. Tengo el embrague algo desgastado. Confiamos en
que no ocurra nada. Yoani intenta descansar, dormita con una banda
negra sobre los ojos, habla de Cuba. El viaje Perugia-Torino toma
casi seis horas, que pasan rápidamente. En la ciudad de la Mole el
alcalde Fassino la recibe con todos los honores, casi como a un jefe
de estado, hablando un español pulido y elegante. Una gran persona,
Fassino. Para mí gana muchos puntos. Tomamos café con la
corporación municipal, mientras que el alcalde le cuenta que treinta
años atrás estuvo en Cuba por Fidel Castro. Yoani visita La
Stampa, su periódico italiano. Aúnque el
director no está presente y por la redacción se extiende la triste
noticia del secuestro de Domenico Quirico, Anna Masera la acompaña y
le hace una entrevista para publicar el día de los derechos humanos.
Noche de gala en el Circolo dei Lettori. Se presenta otra vez el
libro. Yoani firma copias y copias, recibe a compatriotas, tiene
palabras amables para todos. Derrocha energía. Pocas horas antes
los periodistas la acribillaron a entrevistas, pero no muestra
señales de cansancio. Incluso va a Linea
Notte del canal TG3, saltándose la cena, y
causa una gran impresión respondiendo a preguntas sobre Cuba sin
dudar un instante, con precisión. ¡Qué fuerza! ¡Qué temple!
Tercer día. Es el turno de Monza. Visita al Cittadino
después una comida típica a base de polenta, ossobuco, estofado y
vino tinto, comida poco cubana pero igualmente agradecida. Yoani me
deja la ingrata tarea de discutir con la prensa, no es su culpa,
tiene que descansar y terminar Señor
Capitolio, el post que empezó a escribir en
el portátil en el coche. “Yo nunca lograría vivir como lo hace
ella”, me digo. Discuto acaloradamente
con los de L’Eco di Bergamo. “Es
como sufrir un acto de repudio”, pienso.
Recuerdo que poco antes, frente a una copa de vino
tinto, Yoani dijo algo importante: “La revolución cubana está
muerta. Sólo queda establecer la fecha. Reinaldo dice que desde el
día en que Fidel aprobó la invasión soviética a Hungría. Mi
madre cita el fusilamiento del general Ochoa. Otros dicen que el
golpe final fue la fuga por Mariel. Mi padre señala la Primavera
Negra del 2003, cuando detuvieron a 75 disidentes y fusilaron a tres
jóvenes después de secuestrar un remolcador. En fin, hay quien dice
que terminó con la caída del muro de Berlin y con el inicio del
Periodo Especial. Una cosa sí es cierta: la Revolución está
muerta. Ha agotado su efecto de propulsión. Sólo queda un regimen
dictatorial.”
Mientras reflexiono sobre esas palabras le explico a los
periodistas cómo conocí a Yoani, intento transmitirles mi
entusiasmo por lo que escribe, por un estilo literario que es un reto
verter en buen italiano. Hago igual con el público del Teatro
Manzoni, donde la contestación queda fuera, expresada cívica y
respetuosamente con las opiniones ajenas. También en Monza hay
cubanos que vinieron a apoyar a Yoani, pero no falta la figura del
infiltrado al que le han mandado a gritar un slogan sobrepasado por
la historia. Yoani no se descompone, contrapone la lógica de los
derechos humanos y de la libertad a gritos y expresiones injuriosas.
Son las siete de la tarde cuando se despide de nosotros
y se marcha a Ginebra para continuar su vuelta
al mundo en ochenta días, dejándonos a
todos un poco más solos, meditando sobre sus palabras y el futuro.
El director Micciarelli completa la operación nostalgia para
aquellos de nosotros que no podemos volver a ver Cuba, manchados por
el pecado original, amigos de yankees y vendepatrias que osan
criticar la Revolución. Las imágenes lánguidas, los planos del
malecón de La Habana y las notas de viejos boleros nos retrotraen al
pasado. Éramos jóvenes e incluso idealistas. Pero hemos roto una
carta, conservando el rostro de una joven. Adiós Paraíso
perdido. Quiero
volverte a ver libre, antes que anochezca.
Gordiano Lupi, 3 de mayo 2013
Traducido del italiano por Gilda Calleja
Y sin penas ni glorias, reunida con síndicos y algunos intelectuales de derecha, los mismos que apoyan la opción Libia para Siria y para Cuba, pasó Yoani.
ResponderEliminarMucho vino tomó, al parecer. En eso de los alcoholes y taninos no se que dó corta, como toda burguesa de nuevo tipo.
Aquí, en Cuba, el pueblo sigue con su Revolución.
Ya reapareció el nazi tropical buscando protagonismo. ¡Cómo se ve que no te presta atención nadie!
ResponderEliminar¡¡Y mírate hablando de nuevos brugueses, viejo verde y alcohólico!!
Le envías nuestros recuerdos a tu hija gusana, ok???