Por Alfredo M. Cepero
Director de www.lanuevanacion.com
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"Todo tiene su momento oportuno; hay un tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo: un tiempo para callar y un tiempo para hablar", Eclesiastés 3:1-15
El pasado 9 de enero, el Dr. Oscar Elías Biscet y una decena de expresos políticos cubanos suscribieron en la ciudad de La Habana un sólido y valiente documento que estipula como metas prioritarias: "la conquista de los derechos humanos fundamentales, la democracia y la libertad del pueblo cubano." Lo bautizaron con el nombre de "Proyecto Emilia", en honor a la patriota y benefactora matancera Emilia Teurbe Tolón, esposa y prima de Miguel Teurbe Tolón, uno de los grandes bardos entre los muchos que adornan el parnaso de la Atenas bañada por el San Juan y el Yumurí.
Gran sensibilidad la de estos hombres que inician su proyecto de marcha hacia la libertad honrando la memoria de la mujer cubana. Después de una separación impuesta por las tareas libertadoras de Miguel, Emilia se reúne con su esposo en la ciudad de Nueva York el 12 de abril de 1850. En una de las reuniones en las que participa el General Narciso López, éste le pide a Emilia que borde la bandera, cuyo boceto había dibujado Miguel un año atrás.
Según el novelista Cirilo Villaverde, testigo de la escena, la grácil y activa dama, entusiasta y filibustera como su marido y sus demás compatriotas (…), hizo la bandera con cintas de sedas blancas y azules, y con un retazo de tela roja. La estrella también era de seda y tenía un ribete del mismo género, blanco y trenzado. El azul era muy fuerte, lo mismo que el rojo. Medía 18 pulgadas de largo y 11 y media de ancho; cada lado del triángulo 11 pulgadas y de una punta de la estrella a la opuesta, tres pulgadas.
Este no es, por otra parte, el primer proyecto que promueve el Dr. Biscet. En 1997, junto a otros opositores cubanos, organizó la Fundación Lawton de Derechos Humanos que denunció ante el mundo el aborto al por mayor bajo la tiranía de los hermanos Castro. En junio de 2011, después de ser excarcelado se unió a una docena de expresos políticos en lo que se llamó la Declaración de El Roque, en el poblado del mismo nombre en la provincia de Matanzas. Las interferencias y frustraciones que condujeron al fracaso de El Roque han servido de experiencia para diseñar un Proyecto Emilia con más cohesión, mejor planificación y mayores probabilidades de éxito.
Cuando Biscet fue puesto en libertad en marzo de 2011, después de 12 años de un encarcelamiento brutal y despiadado en prisiones a lo largo y ancho del Gulag Castrista, muchos le reprocharon su silencio y le pidieron que realizara el milagro de una libertad inmediata. Esa es precisamente la impaciencia y la improvisación que nos han caracterizado a través de la historia y que nos han ocasionado tantos descalabros. Pero Biscet no es solo un hombre que ha demostrado con su conducta un extraordinario valor personal. Es un hombre estudioso, organizado y tenaz. Las cualidades que necesitamos en los líderes que han de guiarnos a la democracia a través de una transición que, aunque estimulante y esperanzadora, será al mismo tiempo convulsiva y dolorosa.
Hace solo unos días, Biscet explicó en el curso de una entrevista periodística las razones por las cuales mantuvo durante algún tiempo un bajo perfil. Como médico, estaba consciente de que, antes de atender a la salud de la patria, tenía que recuperar su lesionada salud personal. Como firme creyente sabía que hay "un tiempo para callar y un tiempo para hablar". Como líder que hace la transición de la lucha por los derechos humanos a la militancia política sabe que ha llegado el momento no solo de hablar sino de actuar. Esa es la etapa que comienza con el Proyecto Emilia.
Un proyecto que rinde tributo a todos aquellos que han luchado por nuestra libertad desde los inicios de nuestra nacionalidad. Que incluye a los cubanos de todos los tiempos y todos los procedimientos. Desde el guerrero Joaquín de Agüero y Agüero en 1851 hasta el mártir estoico y heroico de Orlando Zapata Tamayo en 2010. Por eso sus suscriptores afirman: "Insistimos en una constitución que contenga las bases de la democracia y la libertad por las que han luchado y ofrendado sus vidas tantos de nuestros compatriotas desde nuestras guerras de independencia". Nada de limitar los méritos a los actuales opositores pacíficos. Nada de negar a los héroes de la lucha armada que ha arrojado el saldo de más de 12,000 mártires a lo largo de esta interminable pesadilla del último medio siglo.
Es además un proyecto incluyente tanto en lo ideológico como en lo geográfico. Se solicitan las firmas de todos los cubanos que pongan la libertad de Cuba por encima de sus ambiciones personales y sus ideologías políticas. Aplicando la sabia enseñanza de José Manuel Cortina en la Constituyente de 1940 : "Los partidos, ¡fuera!; la ¡patria!, dentro". No se excluye a ningún cubano por razón de su lugar de su residencia, ya sea en Miami, Nueva York, Madrid o París. Nos dicen quienes están a cargo de esos detalles que muy pronto serán dados a la publicidad los procedimientos y sistemas para la recolección de firmas.
Pero tan importante como la recolección de firmas es el uso que se dará al documento avalado por las mismas. Este documento no hace sugerencias ni suplica prebendas a la tiranía. Denuncia sus iniquidades y declara "ilegítima a la Constitución Comunista y a la Asamblea del Poder Popular con sus órganos de poder del estado". Uno de sus pasajes más contundentes declara: "Demandamos que el ordenamiento jurídico de nuestra patria tenga como base los principios democráticos que predominan en otras naciones del mundo civilizado". Más claro ni el agua ni más valiente tampoco. Se lo dicen a los tiranos en su propia madriguera y en sus propias caras. Como Maceo, saben que "la libertad no se mendiga sino se conquista". Y, para que los gobiernos y los organismos internacionales corruptos que los apoyan no puedan alegar ignorancia, enviaran este documento de rebeldía y denuncia a los cuatro rincones del globo.
Biscet y los demás firmantes originales del Proyecto Emilia han dado la primera clarinada y nos han mostrado un camino factible, cohesivo y razonable para llegar a nuestra ansiada libertad. Pero ni ellos pueden llegar solos a la meta de nuestra libertad ni el resto de los cubanos debemos permitir que así sea. Si queremos tener voz, voto y poder de influir en los destinos de la república futura tenemos que participar en la labor de edificarla.
Lo contrario sería abdicar de nuestra responsabilidad ciudadana y poner nuestros destinos en manos de líderes que, como ha pasado a lo largo de nuestra vida republicana, primero nos defraudan, y después nos oprimen. Para que la patria no sea pedestal de nadie tiene que ser tarea de todos nosotros. Por lo tanto, si no van a apoyar este proyecto, ¡callen los críticos y detractores que han contribuido hasta ahora a la prolongación de la tiranía y dejen trabajar a quienes aman y construyen! Nos lo pide desde su tumba el José del tiempo eterno, cuyo 160 aniversario de su natalicio acabamos de celebrar, que fue campeón de la justicia y señor de la esperanza.
Miami, Florida, 4 de febrero de 2013
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miércoles, 6 de febrero de 2013
EL PROYECTO EMILIA Y EL TIEMPO DE ACTUAR
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