Comparto con ustedes el post de con la esperanza que sus profundas y sentidas palabras calen intensamente en el corazón y en la conciencia de cada cubano.
Lo que él propone es exactamente lo que hay que hacer e invito todos a realizar: unir las voces de los que están dentro de la isla y los que están fuera [porque juntas] hacen el grito perfecto.
Camino por esa vía, exactamente así, con ese mismo convencimiento porque se que esa es la única vía para acabar con el régimen.
Apoyarlos. Ser la voz de ellos acá, pero muchísimo más importante es ser la antena transmisora que difunda sus voces dentro de la Isla.
Que el pueblo los conozca, que sepan que luchan por ellos y que unirse a ellos es la única alternativa para ser libres.
Alfredo de Jesús Viso.
“Ellos gobiernan porque tú obedeces”
Hace
unos días pude leer por facebook esta frase que escogí como título, y que de
fondo llevaba fotos de Fidel y Raúl Castro, los hermanos que tiránicamente han
gobernado a Cuba por más de cincuenta años.
Es cierto, esos Dictadores gobiernan porque
los cubanos que están dentro de la isla obedecemos, porque al enfrentarlos se
teme perder la vida; sabemos que nos esperan hordas de sádicos mercenarios con
ametralladoras y tanques de guerra que sin misericordia pasarán por encima de
nuestros cuerpos. Cierto también y además doloroso es que quienes lo hacían
público, eran otros cubanos cuya única rebeldía fue abandonar el territorio
nacional. Es como si hubieran olvidado sus sufrimientos y sus miedos, como si
no recordaran su pasado.
Me parece injusto que aquellos que
aseguraron sus vidas poniendo distancia geográfica de por medio, ahora nos
empujen a tomar decisiones que podría causar la muerte o largas prisiones, como
bien conocen los cubanos, a los que se atrevan a desafiar a los hermanos
Castro. Es deshonesto que después de poner mar por medio, ahora exijan
actitudes que ellos no estuvieron dispuestos a asumir.
En otras ocasiones he dicho que, por lo
general aquellos que han emigrado, a los que apoyo incondicionalmente por haber
tomado esa decisión, cumplieron disciplinadamente hasta el último instante con
todas las leyes y exigencias del régimen. La mayoría no renunció a ser parte de
los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), ni a la CTC, o las
Milicias de Tropas Territoriales (MTT), con inteligencia hicieron mutis para no
llamar la atención a las autoridades y que les fuera concedida la “Tarjeta
Blanca” -la aprobación de salida del país-, acción que no critico, ni vería bien
que alguien hiciera lo contrario. Pero por esas mismas razones, no me parece
humano ni justo que ahora pidan inmolaciones a los que, como ellos, tienen los
mismos deseos y necesidades de sobrevivir al sistema totalitario que impera en
el archipiélago cubano.
Como también es cierto que si todos nos
hubiéramos quedado aquí dentro, el país ya habría reventado como una olla por la
presión del pavor, en una revuelta popular librándonos de estos dictadores que padecemos
desde hace tanto tiempo. Alguien diría la frase popular: es fácil empujar sin
darse golpes.
Llegar a tales conclusiones resulta
ofensivo, porque humillar a cualquiera de las orillas a los únicos que les convendría es a nuestros
enemigos. Más bien se debería de sufrir por los compatriotas que dejaron aquí
dentro, tratar de cuidar de ellos, pues en última instancia la gran parte de
los muertos y los presos los estamos poniendo los que nos hemos quedado por la
convicción de que hay que hallar, entre todos, el camino que nos lleve a la
democracia que José Martí nos soñó desde el siglo antes pasado, y que aún
estamos por conquistar.
Siempre
digo que los que están dentro de la
isla y los que están fuera hacen el grito perfecto. Sin ellos -sin
ustedes-
quedaríamos a media, nuestro dolor no encontraría eco, ni, por lo tanto,
receptores. El dolor nuestro sale por las bocas de los que están en
tierras de
libertad, los que no son perseguidos por la censura, y a los que ningún esbirro espera en las
puertas de sus casas para acallarlos a golpes.
Por eso, ambas orillas: el exilio y los que
habitamos esta isla de fantasmas, hacemos la fuerza precisa, somos la química
perfecta para expulsar a los tiranos del lugar que nos pertenece a todos por
igual.
Ángel Santiesteban-Prats
Publicado en Los hijos que nadie quiso.
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