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viernes, 31 de agosto de 2012

Laureano Márquez: Ecce país



La expresión latina “ecce homo” quiere decir “aquí tienen al hombre” o “he aquí al hombre”. Según el Evangelio de San Juan es la frase que pronunció Pilatos cuando mostró a Cristo a la multitud, azotado, coronado de espinas, desnudo y solo cubierto con un supuesto manto regio y una caña simulando cetro, con lo que los soldados romanos hacían mofa de él porque se había proclamado Mesías y rey de los judíos. Lo que Poncio Pilatos trataba de decir es algo así como: “bueno, aquí está, pues, este hombre, ya le hemos castigado, aquí lo tienen”, como apelando a la compasión de la masa. La iconografía cristiana recrea ese momento en múltiples representaciones pictóricas que se han hecho a lo largo de la historia.
En Zaragoza, España, acaba de suceder un hecho curioso que ha escandalizado a los españoles (que ya es bastante decir) y ha dado la vuelta al mundo. En el pequeño pueblo de Borja, de unos 5 mil habitantes que habían permanecido en el más profundo anonimato, hasta hace muy poco, a la señora Cecilia Giménez le dio por restaurar una imagen del “ecce homo” en el santuario de Nuestra Señora de la Misericordia; se trata de una pintura del siglo XIX, realizada por Elías García Martínez, pintor que probablemente también habría tenido menos fama si no es porque la restauración de la señora Giménez, con la mejor y más bondadosa de las intenciones, resultó un terrible fracaso que prácticamente arruinó su obra, que ahora más que a la piedad y a la pena, mueve a la risa y a la broma. Sin embargo, esta torta tan bien puesta, ha hecho que el pueblo cobre notoriedad en un mundo que ya no sabe qué ver, que miles de turistas se acerquen a observar la fallida restauración, que la vida de sus habitantes cambie para siempre. Borja tiene un antes y un después.
Todo el mundo quiere ver personalmente el desastre. El alcalde del pueblo ha recibido ofertas millonarias de gente que quiere comprar la obra, ya hay aplicaciones “smartphone” para realizar su propia restauración on line, especialistas en arte quieren ahora tomar cartas en el asunto, y hay quien espera que de un momento a otro SS.
Benedicto XVI declare basílica al santuario. Otros ya afirman que la imagen ha realizado milagros. El alcalde, que ha dicho claramente que ese fracaso no sale del pueblo y que el que quiera verlo tiene que ir hasta allá, se ha apresurado a registrar todos los derechos para la elaboración de lo que llaman el “merchandising” del “ecce homo de Borja” y parece que ya hay grandes cadenas dispuestas a construir un megahotel con casino y un centro comercial.
Y digo yo, ¿por qué no emulamos a la gente de Borja y convertimos este fracaso en destino turístico? Las similitudes son evidentes: no hay que negarlo, con las mejores intenciones se ha producido un desastre que perdurará durante años. En medio de la abundancia petrolera, el país se cae a pedazos por la pura incapacidad. Entonces, por qué no convertir lo que tenemos en un destino de lo que podríamos llamar “turismo político” para que venga gente de otros países y al ver lo que nos está sucediendo entiendan cómo no deben hacerse las cosas. Que vengan de otros lados a ver cómo se acaba con un país en medio de la abundancia de recursos. Se podrían hacer recuerditos, llaveros, tazas y ceniceros. Y es que cuando uno viaja y le cuenta a la gente de otros lugares lo que aquí sucede, no lo creen. Por qué no promover que vengan a verlo personalmente.
A pesar de las similitudes entre Borja y nosotros hay una diferencia crucial, que denota el peso de los años, de la historia y la vergüenza: la bondadosa señora Giménez no ha querido salir en público ni dar declaraciones, se ha recluido en su domicilio y no ha recibido ni a EFE. Su familia afirma que ha perdido la tranquilidad y que está muy apenada… el restaurador nuestro, sin embargo, anda por ahí, tan campante, como si nada, y encima pidiendo que le asignen otra obra.

Publicado en La Patilla

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