Roberto Alvarez Quiñones, Los Angeles
Sin el dinero 'apátrida', de mayor aportación a la economía cubana que el turismo, el país se paralizaría.
¿Qué pasaría si de verdad el gobierno de Estados Unidos decretase un embargo comercial y financiero total contra Cuba —el "bloqueo" que alega la propaganda castrista—, prohibiese el envío de remesas, paquetes, artículos y alimentos, suspendiese todos los viajes a la Isla con excepción de visitas a familiares enfermos, y la exportación de productos agrícolas y pecuarios desde las granjas estadounidenses?
El pueblo cubano no solo quedaría totalmente desamparado, en la miseria, con posible hambruna, sin medicamentos, y los cuentapropistas sin insumos, en la quiebra, sino que la dictadura quedaría colgada de la brocha, sin el sueldo que mantiene a flote la economía del país.
Claro, si eso no ocurrió hace 40 o 50 años a estas alturas del siglo XXI no va a suceder. Pero imaginemos que la clase política estadounidense se vuelve loca y establece un embargo total contra la Isla como el que impuso en los años 80, junto con Europa, a Sudáfrica y que sirvió para acabar con el racista sistema del apartheid.
Ello causaría un tsunami económico devastador, cuyas consecuencias pueden agruparse en tres golpes principales:
1) La nación dejaría de recibir los 2.500 millones de dólares que comerciantes y agencias de paquetería de Florida calculan recibe Cuba en mercancías que trasladan desde EE UU quienes visitan a sus familiares y las "mulas" profesionales que llevan enormes bultos de ropa, calzado, piezas de repuestos para autos y motocicletas, televisores, DVD, herramientas, computadoras, equipos eléctricos, perfumes y artículos de consumo de todo tipo. Esos bultos, que pronto van a pagar tarifas abusivas al llegar a la Isla, abastecen el imprescindible mercado negro y son la única fuente proveedora que tienen los cuentapropistas, a falta de un mercado mayorista que el Gobierno se niega a crear.
2) Tampoco el país recibiría los 2.300 millones de dólares en "cash" en remesas procedentes de EE UU y en los bolsillos de los cubanos que desde aquí viajan a la Isla (más de 400.000 en 2011).
3) El Gobierno perdería los honorarios exorbitantes que cobra por los pasaportes cubanos (sacar un pasaporte en la oficina cubana en Washington cuesta 400 dólares, y 720 dólares si lo prorroga hasta los seis años reglamentarios), las "cartas de invitación", los permisos a los cubanos para visitar su país, pasajes con precios astronómicos, gabelas exigidas a las líneas aéreas y los turoperadores; las "mordidas" de los empleados de aduanas y funcionarios. Se acabaría el cobro de excesos de equipaje inexistentes a cubanos visitantes —algo escandaloso—, chequeos médicos a emigrados en la clínica "Cira García", la renta de automóviles, taxis, las fiestas y banquetes que organizan los emigrados en restaurantes, hoteles y piscinas en la Isla para que familiares y amigos tengan un momento de felicidad.
Colateralmente, desaparecería el suministro de alimentos por cientos de millones de dólares anuales, que han convertido a EE.UU en el mayor proveedor de alimentos de Cuba. Desde 2011 Cuba ha comprado al "imperio yanki" cerca de 4.000 millones de dólares en alimentos, principalmente pollos congelados, carne de cerdo, maíz, trigo y soya, que resultan más económicos en EE UU porque, dada la cercanía, el costo de transportación es más bajo que desde otros países.
Si sumamos los daños señalados, vemos que de producirse una ruptura total entre ambos países el gobierno de Raúl Castro perdería unos 5.000 millones de dólares anuales, cifra que casi duplica los 2.700 millones de dólares que recibió Cuba en 2011 por sus exportaciones de bienes, según el Ministerio del Comercio Exterior. Por cierto, un país tan pobre como Bolivia exportó bienes en 2011 por 9.109 millones de dólares, más del triple de lo logrado por la "superior" Cuba socialista.
La mayor industria
Claramente, la comunidad cubana en EE UU constituye la mayor industria proveedora de divisas netas "cash" a la nomenklatura castrista que tanto la desprecia. Es, además, la principal fuente de financiamiento y de abastecimientos del sector "no estatal", así como de dólares, medicinas y artículos de consumo para la población en general.
Si bien son dos los factores que han permitido sobrevivir a la economía cubana: los subsidios venezolanos y el dinero de la diáspora cubana, este último tiene características estratégicas únicas.
Mientras los subsidios de Hugo Chávez se reciben mayormente en especie (fundamentalmente petróleo) y La Habana tiene que dar algo a cambio —hay en Venezuela unos 50.000 funcionarios cubanos—, el torrente de billetes verdes y de mercaderías desde EE UU llegan a suelo isleño libres de polvo y paja, sin costo alguno para el régimen. Son un regalo en divisas netas en efectivo que constituyen la "caja chica" con la cual el Estado castrista sufraga sus gastos, las importaciones de alimentos, equipos, materias primas, y todo lo demás, dada la improductividad inaudita del sistema comunista. Sin ese dinero "apátrida", el país se paralizaría.
Cinco veces más que el turismo
Es falso que el turismo es la mayor fuente de divisas, como dice el Gobierno, pues por cada dólar que obtiene Cuba en su sector turístico regresan al extranjero no menos de 65 centavos, que son el componente importado del costo de operación de esa industria. Recordemos que la Isla tiene que importar hasta frutas y vegetales frescos de República Dominicana.
En 2011, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) el turismo aportó 1.738 millones de dólares en términos brutos, que al restarle el 65% que regresó al extranjero se quedaron en 608,3 millones netos. Y ya vimos que desde EE UU le llegan a Cuba 5.000 millones netos, más de 8 veces el valor de los ingresos netos por el turismo. En 2011 los ingresos turísticos fueron inferiores a los reportados en 2010 por la ONE, pese a que los turistas aumentaron a 2,7 millones, debido a que la mayoría de los cubanos que viajaron a la Isla se hospedaron en las casas de sus familiares y no en hoteles, cuya tasa de ocupación apenas llegó al 50%.
La propaganda oficial arguye que antes de 1959 Cuba tenía una gran dependencia económica de EE UU, de donde procedía la mayor parte de sus importaciones y en donde colocaba el grueso de sus exportaciones. Pero resulta que pese a los gritos contra el "criminal bloqueo" y la "Mafia de Miami", hoy Cuba depende de EE UU más que nunca en su historia.
Hoy recibe desde su odiado vecino del Norte muchísimo más dinero líquido que todo lo que obtiene con sus exportaciones. Los cubanos residentes en EE UU (1,8 millones) son un torrente gigante de recursos financieros y comerciales que, por razones familiares y humanitarias, van a Cuba, siempre con el visto bueno de Washington.
En fin, que si los Castro disfrutan aún del poder que asaltaron hace medio siglo es gracias a los "gusanos" que escaparon del comunismo, a quienes denigran y ofenden constantemente.
Publicado por Diario de Cuba
Sin el dinero 'apátrida', de mayor aportación a la economía cubana que el turismo, el país se paralizaría.
¿Qué pasaría si de verdad el gobierno de Estados Unidos decretase un embargo comercial y financiero total contra Cuba —el "bloqueo" que alega la propaganda castrista—, prohibiese el envío de remesas, paquetes, artículos y alimentos, suspendiese todos los viajes a la Isla con excepción de visitas a familiares enfermos, y la exportación de productos agrícolas y pecuarios desde las granjas estadounidenses?
El pueblo cubano no solo quedaría totalmente desamparado, en la miseria, con posible hambruna, sin medicamentos, y los cuentapropistas sin insumos, en la quiebra, sino que la dictadura quedaría colgada de la brocha, sin el sueldo que mantiene a flote la economía del país.
Claro, si eso no ocurrió hace 40 o 50 años a estas alturas del siglo XXI no va a suceder. Pero imaginemos que la clase política estadounidense se vuelve loca y establece un embargo total contra la Isla como el que impuso en los años 80, junto con Europa, a Sudáfrica y que sirvió para acabar con el racista sistema del apartheid.
Ello causaría un tsunami económico devastador, cuyas consecuencias pueden agruparse en tres golpes principales:
1) La nación dejaría de recibir los 2.500 millones de dólares que comerciantes y agencias de paquetería de Florida calculan recibe Cuba en mercancías que trasladan desde EE UU quienes visitan a sus familiares y las "mulas" profesionales que llevan enormes bultos de ropa, calzado, piezas de repuestos para autos y motocicletas, televisores, DVD, herramientas, computadoras, equipos eléctricos, perfumes y artículos de consumo de todo tipo. Esos bultos, que pronto van a pagar tarifas abusivas al llegar a la Isla, abastecen el imprescindible mercado negro y son la única fuente proveedora que tienen los cuentapropistas, a falta de un mercado mayorista que el Gobierno se niega a crear.
2) Tampoco el país recibiría los 2.300 millones de dólares en "cash" en remesas procedentes de EE UU y en los bolsillos de los cubanos que desde aquí viajan a la Isla (más de 400.000 en 2011).
3) El Gobierno perdería los honorarios exorbitantes que cobra por los pasaportes cubanos (sacar un pasaporte en la oficina cubana en Washington cuesta 400 dólares, y 720 dólares si lo prorroga hasta los seis años reglamentarios), las "cartas de invitación", los permisos a los cubanos para visitar su país, pasajes con precios astronómicos, gabelas exigidas a las líneas aéreas y los turoperadores; las "mordidas" de los empleados de aduanas y funcionarios. Se acabaría el cobro de excesos de equipaje inexistentes a cubanos visitantes —algo escandaloso—, chequeos médicos a emigrados en la clínica "Cira García", la renta de automóviles, taxis, las fiestas y banquetes que organizan los emigrados en restaurantes, hoteles y piscinas en la Isla para que familiares y amigos tengan un momento de felicidad.
Colateralmente, desaparecería el suministro de alimentos por cientos de millones de dólares anuales, que han convertido a EE.UU en el mayor proveedor de alimentos de Cuba. Desde 2011 Cuba ha comprado al "imperio yanki" cerca de 4.000 millones de dólares en alimentos, principalmente pollos congelados, carne de cerdo, maíz, trigo y soya, que resultan más económicos en EE UU porque, dada la cercanía, el costo de transportación es más bajo que desde otros países.
Si sumamos los daños señalados, vemos que de producirse una ruptura total entre ambos países el gobierno de Raúl Castro perdería unos 5.000 millones de dólares anuales, cifra que casi duplica los 2.700 millones de dólares que recibió Cuba en 2011 por sus exportaciones de bienes, según el Ministerio del Comercio Exterior. Por cierto, un país tan pobre como Bolivia exportó bienes en 2011 por 9.109 millones de dólares, más del triple de lo logrado por la "superior" Cuba socialista.
La mayor industria
Claramente, la comunidad cubana en EE UU constituye la mayor industria proveedora de divisas netas "cash" a la nomenklatura castrista que tanto la desprecia. Es, además, la principal fuente de financiamiento y de abastecimientos del sector "no estatal", así como de dólares, medicinas y artículos de consumo para la población en general.
Si bien son dos los factores que han permitido sobrevivir a la economía cubana: los subsidios venezolanos y el dinero de la diáspora cubana, este último tiene características estratégicas únicas.
Mientras los subsidios de Hugo Chávez se reciben mayormente en especie (fundamentalmente petróleo) y La Habana tiene que dar algo a cambio —hay en Venezuela unos 50.000 funcionarios cubanos—, el torrente de billetes verdes y de mercaderías desde EE UU llegan a suelo isleño libres de polvo y paja, sin costo alguno para el régimen. Son un regalo en divisas netas en efectivo que constituyen la "caja chica" con la cual el Estado castrista sufraga sus gastos, las importaciones de alimentos, equipos, materias primas, y todo lo demás, dada la improductividad inaudita del sistema comunista. Sin ese dinero "apátrida", el país se paralizaría.
Cinco veces más que el turismo
Es falso que el turismo es la mayor fuente de divisas, como dice el Gobierno, pues por cada dólar que obtiene Cuba en su sector turístico regresan al extranjero no menos de 65 centavos, que son el componente importado del costo de operación de esa industria. Recordemos que la Isla tiene que importar hasta frutas y vegetales frescos de República Dominicana.
En 2011, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) el turismo aportó 1.738 millones de dólares en términos brutos, que al restarle el 65% que regresó al extranjero se quedaron en 608,3 millones netos. Y ya vimos que desde EE UU le llegan a Cuba 5.000 millones netos, más de 8 veces el valor de los ingresos netos por el turismo. En 2011 los ingresos turísticos fueron inferiores a los reportados en 2010 por la ONE, pese a que los turistas aumentaron a 2,7 millones, debido a que la mayoría de los cubanos que viajaron a la Isla se hospedaron en las casas de sus familiares y no en hoteles, cuya tasa de ocupación apenas llegó al 50%.
La propaganda oficial arguye que antes de 1959 Cuba tenía una gran dependencia económica de EE UU, de donde procedía la mayor parte de sus importaciones y en donde colocaba el grueso de sus exportaciones. Pero resulta que pese a los gritos contra el "criminal bloqueo" y la "Mafia de Miami", hoy Cuba depende de EE UU más que nunca en su historia.
Hoy recibe desde su odiado vecino del Norte muchísimo más dinero líquido que todo lo que obtiene con sus exportaciones. Los cubanos residentes en EE UU (1,8 millones) son un torrente gigante de recursos financieros y comerciales que, por razones familiares y humanitarias, van a Cuba, siempre con el visto bueno de Washington.
En fin, que si los Castro disfrutan aún del poder que asaltaron hace medio siglo es gracias a los "gusanos" que escaparon del comunismo, a quienes denigran y ofenden constantemente.
Publicado por Diario de Cuba
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