“…Cuba y Venezuela, pudiéramos conformar en un futuro próximo una confederación de repúblicas, una confederación; dos repúblicas en una, dos países en uno”, dijo el
presidente Chávez, el 15 de octubre del 2007, al suscribir 14 convenios
con el presidente de Cuba, Raúl Castro en La Habana. Lo real, es que los
lazos entre el régimen de Chávez y Cuba se consolidan a todo nivel: la
empresa estatal Telecom Venezuela y la compañía cubana Transbit con
apoyo de China Popular, tenderán un cable submarino de fibra óptica de
1.552 kilómetros, a un costo de US$70 millones, que unirá La Guaira, en
el norte de Venezuela y Siboney en la oriental provincia de Santiago de
Cuba. No se descarta, que esta nueva infraestructura además de potenciar
las comunicaciones por Internet de Cuba, se utilice para implementar un
control de las comunicaciones nacionales e internacionales de los
personajes e instituciones hostiles al régimen chavista, bajo asesoría
de la curtida contrainteligencia cubana.
Incluso ya habría un antecedente de un
supuesto “espionaje político en legítima defensa”, que se guardó en
reserva: el 22 de octubre de 2007, el diario El País de España, confirmó
que durante una visita oficial a Venezuela el 30 de marzo del 2005 y
horas antes de la reunión que el presidente español José Rodríguez
Zapatero, mantuvo con líderes de los principales partidos de la
oposición al mandatario Chávez, agentes de seguridad españoles
descubrieron un micrófono oculto en la sala del Hotel Meliá Caracas,
donde ocurriría el cónclave privado. Claro que todas las sospechas
recayeron sobre la Dirección de los Servicios de Inteligencia y
Prevención (Disip) y la Dirección de Inteligencia Militar (Dim) de
Venezuela, encargadas de brindar seguridad a la delegación española.
A propósito, se acentúa la capacitación
de la Dirección de Inteligencia y la Dirección de Contrainteligencia de
Cuba para robustecer a la Disip en operaciones psicológicas, tareas de
contrainteligencia, así como en técnicas de “aseguramiento político” y
“vigilancia revolucionaria”; junto al adiestramiento del personal de la
Disip y de la Dim en Rusia (luego del viaje de Chávez a Moscú en junio
del 2007). Existiendo indicios de que esta asesoría se realizará además
en Irán, aprovechando el conocido potencial en inteligencia operativa
externa de los servicios secretos iraníes; más aún, después del tercer
viaje de Chávez a Teherán en julio del 2007 y la tercera visita (en
septiembre del 2007) del mandatario iraní a Caracas; donde junto a
Chávez ratificó numerosos convenios de cooperación bilateral, su alianza
anti-estadounidense pro-islámica radical y el respaldo al programa
nuclear iraní.
Los operadores de alto nivel
Arrecian las denuncias de grupos
antagónicos del gobierno de Chávez, sobre la presunta existencia de unos
400 consejeros militares, políticos y de inteligencia cubanos en
Venezuela, ocultos entre los casi 30.000 médicos, técnicos deportivos,
agrícolas y maestros cubanos que llegaron al país para las denominadas
“Misión Barrio Adentro”, “Misión Robinsón”, “Misión Miranda”, entre
otras más; al igual que en los 355 proyectos conjuntos y una veintena de
empresas mixtas cubano-venezolanas. Las misiones se ocupan de
asistencia a suburbios pobres, con salud, educación, alfabetización,
alimentación y adiestramiento militar popular, a cambio de unos 90 mil
barriles diarios de petróleo que provee Venezuela a Cuba a precios
subsidiados.
Según estas versiones, los “consejeros”
estarían liderados desde Cuba por el Ministro del Interior Gral.
Abelardo Colomé Ibarra (“Furry”) y en Venezuela por Germán Sánchez
Otero, Embajador de Cuba en Caracas y ex-funcionario del “Departamento
América del Comité Central”. A ellos se unieron, Julio Casas Regueiro,
Carlos Fernández Gondín, Eduardo Delgado y el contralmirante Julio César
Gandarilla - a cargo de los aparatos cubanos de inteligencia y
seguridad de las fuerzas armadas y el Ministerio del Interior-, para
desarrollar una poderosa red de inteligencia y contrainteligencia al
servicio del régimen de Chávez.
Todo sugiere que en Venezuela la
asesoría cubana ubicó, en paralelo con la inserción de “consejeros” en
los aparatos de inteligencia militar venezolanos, una Unidad de
Contrainteligencia Independiente (UCI), bajo el control del mando
cubano; de esta manera, mientras la “asesoría” en inteligencia
funcionaba con el mismo esquema usado por cualquier colaboración civil
en los diversos organismos públicos venezolanos, esta UCI operaría como
“Big Brother”, para mantener la vigilancia y control de los oficiales y
funcionarios civiles venezolanos que representen un peligro potencial
para el gobierno chavista.
En esa misma línea, esta organización
facilita el establecimiento de una selecta red de colaboradores
secretos, reclutar agentes, designar personas de confianza y definir
elementos de interés operativo más allá de la fuerza armada, en las
instituciones de gobierno y administración estatal, donde, por
definición funcional, no llegan los organismos como la Disip y la Dim.
Esta sofisticada estructura de seguridad e inteligencia tiene una mayor
justificación para el régimen de Chávez, luego que la Oficina del
Director Nacional de Inteligencia de EE.UU. creara el cargo de
administrador de Cuba y Venezuela, para intensificar la producción de
inteligencia y realizar “operaciones especiales” sobre ambos países, al
considerar que la estrecha relación entre Cuba y Venezuela “plantea
problemas de seguridad en el Hemisferio Occidental y serios desafíos
para la política exterior estadounidense”.
Otros altos operadores cubanos en
Venezuela son: Marta Lomas Morales, Ministra para la Inversión
Extranjera y la Colaboración Económica, el cerebro operativo de la
relación Cuba-Venezuela y la articulación de la ALBA; Ricardo Alarcón,
Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba,
participante en todos los foros y reuniones que organiza Venezuela sobre
socialismo, ALBA y relaciones Cuba-Venezuela.
A la vez, varios analistas aseguran que
con la supervisión de la Embajada de Cuba en Caracas, trabaja un equipo
de expertos en estrategia y movilización política, además de operaciones
psicológicas y adoctrinamiento ideológico, destinado al reforzamiento
nacional e internacional de la administración Chávez, dirigido por el
sociólogo cubano Felipe Gil Chamizo, que ha figurado como Consejero
Político de la Embajada de Cuba en Caracas, y es uno de los más
importantes analistas del “Departamento de América del Comité Central” y
de los servicios secretos de Cuba, muy vinculado a la izquierda radical
latinoamericana, las organizaciones del Foro de Sao Paulo y el Foro
Social Mundial.
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