El secretario de Estado español prevé reunirse el día 16 con el canciller cubano
Imagen de Ángel Carromero tomada de un vídeo suministrado por el Gobierno cubano el lunes 30 de julio de 2012. / EFE
“Nos harán sufrir un tiempo y luego lo soltarán”. ¿Cuánto tiempo? El
pronóstico depende del ánimo del interlocutor. Los optimistas del
Ministerio español de Asuntos Exteriores creen que puede durar semanas.
Los pesimistas, meses. En cualquier caso, el Gobierno se prepara para
una larga crisis diplomática con Cuba, la primera tras la llegada de
Rajoy a la Moncloa, en la que el joven dirigente del PP Ángel Carromero
puede convertirse en objeto de trueque por no se sabe todavía qué.
A principios de la pasada semana, el ministro José Manuel
García-Margallo telefoneó a su homólogo cubano, Bruno Rodríguez. La
conversación fue cordial, pero el segundo no dejó de recordar que el
conductor del turismo en el que perdió la vida el disidente Oswaldo Payá
era miembro del partido que gobierna España y entró en el país con un
visado de turista, por lo que violó las normas de inmigración al
realizar actividades políticas. Rodríguez se remitió finalmente a la
supuesta independencia de los jueces cubanos.
El artículo publicado ayer por Granma
evidencia que la investigación ha estado más dirigida a conocer los
contactos de Carromero y su compañero sueco Jens Aron Modig con la
oposición anticastrista que a esclarecer las circunstancias del
siniestro. Sin embargo, más allá de su uso propagandístico, la acusación
contra Carromero se ha limitado a su papel en el accidente de tráfico y
Modig —que iba de copiloto— ha salido del país como entró, sin que
mediase una orden de expulsión.
Esa es la buena noticia. La mala es la apertura de una investigación
por homicidio imprudente, castigado con hasta 10 años de cárcel. Todas
las gestiones realizadas por Exteriores —desde la llamada de Margallo a
los contactos del secretario de Estado para Iberoamérica, Jesús Gracia—
iban dirigidas a evitar la presentación de cargos. El vídeo difundido el
pasado lunes, en el que Carromero se autocriticaba al estilo soviético y
daba por buena la versión oficial del siniestro, hicieron pensar que el
régimen de La Habana podría darse por satisfecho. No fue así.
Una vez dictada la orden de prisión provisional, fuentes diplomáticas
temen que haya que esperar a que recaiga sentencia firme para
plantearse el indulto, la expulsión o la aplicación del convenio que
permite el cumplimiento de la pena en España. Aunque siempre cabe que el
fiscal retire los cargos, pues las familias de los disidentes
fallecidos no se han personado en la causa.
No está previsto que ningún alto cargo español viaje a Cuba, pero
Jesús Gracia y Bruno Rodríguez asistirán el próximo día 16 en Santo
Domingo a la toma de posesión del nuevo presidente dominicano, Danilo
Medina; y Margallo coincidirá en septiembre con el canciller cubano en
la Asamblea General de la ONU, en Nueva York. Serán dos ocasiones para
encauzar el problema, si es que aún no se ha resuelto.
El cónsul general de España en La Habana, Tomás Rodríguez-Pantoja,
visitó el lunes a Carromero en “100 y Aldabó”, un centro de
investigaciones policiales ubicado en el cruce de las dos calles
habaneras que le dan nombre. El joven se encontraba “nervioso pero bien
atendido” y había podido hablar por teléfono con su madre, según fuentes
diplomáticas.
El Partido Popular enarboló el anticastrismo beligerante cuando
estaba en la oposición, pero Margallo moderó el tono ya en el Gobierno
y, aunque descartó abolir la posición común de la UE —que tanto irrita
en La Habana— abogó al menos por “flexibilizarla”. Las autoridades
cubanas tuvieron incluso un gesto de acercamiento al poner en libertad
al empresario Sebastián Martínez-Ferraté, condenado a siete años de
cárcel. No es fácil que se repita.
Publicado por El País
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